Mayor Reisman
Blog Cine bélico e histórico
Tal y como vimos en el anterior artículo, Vicente Blasco Ibáñez fue un autor de éxito tras la Primera Guerra Mundial. Tan sólo tres años después de haber finalizado el conflicto llegó a las pantallas la adaptación de su obra Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Esta película se convirtió en un éxito y lanzó al estrellato a su protagonista masculino, Rodolfo Valentino. En su época recaudó más de 9 millones de dólares. Para hacernos una idea de lo que significa se ha calculado que en el 2005 habría ganado unos 300 millones de dólares. En ese mismo año, «Memorias de una Geisha» recaudó 162 millones.
Blasco Ibáñez se autodefinió como «un soldado de la pluma» al servicio de la causa aliada y afirmaba que el propio presidente Poincaré le había encargado ir al frente para contar lo que pasaba, no como un periodista, sino como un novelista. Su obra muestra un maniqueísmo muy simple característico de las obras de propaganda. Los alemanes son seres malvados que encarnan el militarismo y la barbarie. Los franceses la civilización y la cultura. El propio escritor confiesa en la introducción de su novela que los personajes alemanes son copias exactas del natural:
Los oí hablar con entusiasmo de la guerra preventiva y celebrar, con una copa de champaña en la mano, la posibilidad, cada vez más cierta, de que Alemania declarase la guerra, sin reparar en pretextos.
Los cuatro jinetes del Apocalipsis se publicó en 1916 y fue un auténtico «best-seller» de la época. Según algunos críticos se la consideró como la obra más leída después de la Biblia. Evidentemente, Blasco Ibáñez alcanzó fama mundial y fortuna. Y ganó unos 200.000 dólares adicionales cuando su obra fue llevada a la gran pantalla.
En líneas generales la película dirigida por Rex Ingram es bastante fiel a la obra de Blasco. Hay que resaltar que la novela fue escrita en 1916 en pleno conflicto bélico, mientras que la película fue realizada en 1920 y estrenada en 1921, tres años escasos después del fin del conflicto. Así la conclusión del manuscrito es algo más sombría que la de la cinta, probablemente reflejando la incertidumbre sobre lo que deparaba el futuro. Cuando Marcelo Desnoyers está frente a la tumba de Julio podemos leer en los últimos párrafos: «No le inspiraba curiosidad el final de esta guerra que tanto le había preocupado. Fuese cual fuese su terminación, acabaría mal». En la película sin embargo, el padre de Julio pregunta a Tchernoff si le conocía y éste emula a Jesucristo al abrir sus brazos sobre la infinidad de tumbas y exclamar: «¡Los conocía a todos!». Posteriormente vemos retirarse a los cuatro jinetes mientras Tchernoff proclama que los jinetes volverán hasta que la Humanidad acabe con el odio y sólo reine el amor.
Hay otras diferencias entre la novela y la película. Por ejemplo, la familia alemana tiene dos hijos pero en el film son tres. Pero en ambas cumplen el estereotipo del «cabeza cuadrada» alemán. Aunque quizás la diferencia más famosa entre ambas obras es la «escena del tango»:
Esta secuencia fue la que lanzó a la fama a Rodolfo Valentino y sin embargo está ausente en la obra literaria. El motivo de su existencia es que Rex Ingram quiso añadir algo «exótico» y con «sabor argentino» que explicase la posterior fama de Julio como bailarín de tango en París. Lo que no podían imaginar es que dicha escena se convertiría en la más recordada y celebrada de la película.
Esta famosa escena tiene muchas más cosas que contarnos. Rodolfo Valentino fue contratado por 350 dólares a la semana porque era un perfecto desconocido. De hecho, el actor Wallace Beery que interpreta al personaje secundario coronel von Richthoffen (nada que ver con el famoso piloto alemán) ganaba mucho más que Valentino. Ahí no acaba la cosa. El vestuario que la Metro puso a disposición de Valentino se reducía a dos trajes: el de gaucho y el de soldado francés. Todos los otros trajes que utiliza Rodolfo Valentino en la película, unos veinticinco, los tuvo que pagar de su propio bolsillo. Los encargó a un sastre de Nueva York y tardó un año en abonarlos.
En el aspecto histórico el principal evento que nos muestra es la famosa Batalla del Marne sucedida entre el 5 y el 9 de septiembre de 1914. El ejército alemán seguía una variante del llamado «Plan Schlieffen», diseñado en 1906. Se suponía que debían de avanzar por el flanco derecho a través de Bélgica, cruzar el río Somme y el Sena y después atacar París desde el sur. Sin embargo, el jefe del estado mayor, el general von Moltke, decidió que el avance fuera también en el flanco izquierdo para evitar que los franceses invadieran Alemania. Eso provocó que el ataque alemán no fuera tan intenso por lo que los franceses pudieron, aunque con muchas dificultades, pararlo a las mismas puertas de Paris.
Se considera que «Los cuatro jinetes del Apocalipsis» es una obra antibelicista. Yo no lo veo así. Es una obra que denuncia el militarismo alemán pero al ser una obra de propaganda, anima a luchar contra él. Y lo que propone es que esa lucha sea con las armas. De hecho, la postura pacifista está representada por Marcelo Desnoyers, que debe de abandonar Francia al negarse a luchar en la Guerra Franco-Prusiana de 1870. Al final se siente culpable de no haber luchado en dicho conflicto y se alegra cuando Julio se alista pues siente que la vergüenza que portaba será lavada por el comportamiento de su hijo. Como dice uno de los personajes: «Nos batiremos por el porvenir; moriremos para que nuestros nietos no conozcan estas calamidades. Si triunfasen los enemigos, triunfaría la continuación de la guerra y la conquista como único medio de engrandecerse». Winston Churchill habría rubricado ese discurso en 1939 cuando Europa se iba a ver envuelta en la lucha contra los fascismos.
Para el propio Julio el hecho de alistarse es también un forma de pagar por su pasado como un «niño rico» y mujeriego. En el frente, Julio es uno más de los muchos que luchan contra el militarismo alemán. La guerra no distingue entre ricos y pobres, iguala a todos los hombres aunque sea con una cruz sobre una tumba. Y como en muchas otras obras, se nos mostrará que los seres humanos somos capaces de lo peor, el comportamiento de los parientes alemanes hacia su tío Marcelo, y de lo mejor. Julio no es el único que debe de expiar sus «pecados burgueses». El personaje de Marguerite Laurier, interpretado por Alice Terry, debe de permanecer al lado de su inválido esposo tras ser advertido por el espectro de Julio.
No es de extrañar que una película que fue un éxito en la época del cine mudo tuviera su remake sonoro. Hay que recordar que la Metro tuvo un sonoro éxito en 1959 con el remake de Ben-Hur. Así que en 1962 intentó repetir la jugada con la obra de Blasco Ibáñez. Vincente Minelli fue el encargado de dicho rodaje pero ambientó la trama en la Segunda Guerra Mundial. Aunque contó con actores de primera fila como Glenn Ford o Paul Henreid, la producción fue un fracaso en taquilla. Perdió 6 millones de dólares.
Un gran clásico.