Emilio Quintana
Estocolmo, Suecia
Dibujo: Alfred Hagn en el "Aftenposten" (4 julio 1917)
El interés por Alfred Hagn se ha reavivado gracias al libro de Nik Brandal, Eirik Brazier y Ola Teige: Den mislykkede spionen. Fortellingen om kunstneren, journalisten og landssvikeren Alfred Hagn ("El espía fallido. Vida del artista, periodista y traidor Alfred Hagn", Oslo, 2010).
Alfred Hagn (Odda, 1882 – Oslo, 1958) fue un pintor, escritor y restaurador de iglesias noruego. Estudió arte en Copenhague y París. Fue uno de los primeros pintores cubistas escandinavos, pero tuvo unas críticas feroces, especialmente en la exposiciones del Høstutstillingen, a las que se presentó entre 1912 y 1916. En 1917 se definía solo como «futurista».
Espía de los alemanes en Londres
Hagn estuvo del lado de los alemanes tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial. En 1916 se puso en contacto con la Kaiserliche Marine (Marina Imperial Alemana). Los servicios de inteligencia alemanes usaban Noruega como base de operaciones para Inglaterra, debido a la cercanía geográfica. En otoño de 1916 fue reclutado como espía por el servicio de inteligencia alemán y enviado a Londres bajo la cobertura de corresponsal del Dagbladet de Oslo. Llegó a Londres en abril de 1917 con importantes recomendaciones de las autoridades noruegas, pero el 24 de mayo de 1917 fue detenido en su hotel por el MI5, debido a un soplo de los servicios secretos noruegos.
El episodio resultó bastante embarazoso, de modo que tuvo poca repercusión tanto en la prensa británica como en la noruega. Hagn gozó de asistencia letrada por parte de la Embajada de Noruega en Londres, pero fue condenado a muerte el 28 de agosto de 1917 por un tribunal militar británico. El gobierno británico usó el caso para presionar a Noruega, que seguía comerciando con Alemania. Hagn fue indultado y condenado a cadena perpetua en la cárcel de Maidstone. En 1919 fue indultado y devuelto a Noruega.
«Londons Futurisme» (1916)
Antes de que Hagn se viera envuelto en el asunto del espionaje, la revista sueca Flamman («La llama»), dirigida por Georg Pauli, publicó un par de páginas en noruego fechadas en «London, November, 1916» (Flamman, 3, marzo 1917) bajo el título de «Londons Futurisme» («El futurismo de Londres»).
En este texto considera que Londres es la capital del arte mundial, y que el futuro del arte pasa por un sentido del realismo comercial inglés unido al espíritu fresco de sus colonias. Pone como ejemplo la obra de Christopher R. W. Nevinson (1889-1946)
Esta es la traducción en castellano, que se publica por primera vez en traducción mía del noruego, con la ayuda de Ola Teige. He hecho un PDF también:
Es la guerra. En el alarmado CENTRO del Imperio Colonial reina el materialismo, las fuerzas se organizan. Pero el sueño del arte florece todavía en Inglaterra, en su paisaje PASTORAL. El realismo es incapaz de explicar la lucha entre civilizaciones.
Londres trabaja. Pero el país ha idealizado su materalismo. Los muelles de Westminster se elevan destacan graciosamente sobre el tráfago de la ciudad, entre los pulcros bancos del Támesis; los amos del mundo, la potencia colonial. Es el materialismo idealizado. Inglaterra no impone a ningún país ni una cultura espiritual ni una TORMENTA DE BARBARIE.
El comercio florece en los países.
EL COMERCIO ES LA CULTURA DE INGLATERRA.
Los fenómenos culturales de las colonias se miran como un sueño arcaico, sus productos se consideran CURIOSIDADES. Es hora de que la bendición del comercio florezca, una vez que Inglaterra ha comprendido que en el pasado de Europa no existe una cultura espiritual que pueda ser exportada a Oriente. Inglaterra creó una academia de arte en la India, con la idea de instruir a los indios en una pálida imitación de la naturaleza. Los indios se levantaron y llenaron la academia con su estilo decadente y solar. Los indígenas INVADIERON Inglaterra. Por lo tanto, que florezca el comercio, cultura de Inglaterra.
Es posible conseguir que los gentiles se sienten en su tiempo libre, cada uno en su playa nativa, con el fin de contemplar su propia cultura, del modo en que se contempla una concha que por azar encontramos en la arena soleada; es posible soñar y escuchar en la concha la eterna corriente del pasado. Inglaterra no está en disposición de ofrecer un arte del futuro a sus colonias. El arte de salón no ha dado más fruto que un frío y vacío impresionismo italo-inglés.
EL ESFUERZO BELICO DE INGLATERRA debe encontrar su CENTRO en el arte. Que no se encuentra en los dibujos a pluma que oficiales y suboficiales realizan en las trincheras; ni en las tintas ni en los carboncillos que publica el «Graphic». El arte inglés del futuro no se encuentra tampoco en los obvios matices de los bosquejos del humorismo, que reconcilian al mundo con el espíritu realista de la lucha inglesa.
Inglaterra es ahora aliada del nervioso espiritualismo francés y del poderoso futurismo italiano, chauvinista y político. Pero a Inglaterra le falta la alegría de Italia y su claro y luminoso espiritualismo, esa visión mental de lo simple y de lo austero.
El idealismo de Inglaterra se encuentra en la función realista y gris de sus centros de trabajo. El arte de las colonias como un cajón de sastre del que extraer cultura.
Experimentos,
el arte de la guerra y de la posguerra debe encontrarse en Londres, el auténtico centro. De hecho, es posible encontrarlo ya en la pintura de NEVINSON, que acaba de exponer en Londres. Estaba de conductor en el frente, pero fue mandado a casa con los ojos abiertos y aquejado de fiebre reumática. En su obra expuesta se observa que a menudo se bajó del automóvil para estudiar la marcha de las tropas: la precisión endemoniada de una marcha mecánica e imparable. Usa el gris metálico y el azul acero. La mirada inglesa sobre las tropas francesas, con sus uniformes rojos y azules, nunca se diluye en una armonía cálida. Y la tensión de la guerra ha convertido su humor inglés en mueca. Lo esencial es la IMPLACABLE PERDURACION DE LA GUERRA
, la determinación de Inglaterra, el derecho al imperialismo del ideal.
Nevinson ha dedicado parte de su tiempo a pintar los aeroplanos que surcaban el cielo, llenando el espacio con sus visionarios reflejos. La fría CLARIDAD inglesa DEL ESPIRITU se cierne sobre
LA BASE FIRME DEL REALISMO
Lo que caracteriza al arte plástico inglés no es el humor, sino es inteligencia sentimental. La gris solidez del imperialismo debe por tanto dar forma al cerebro. Londres puede extender su cultura comercial por todo el mundo, pero no es receptiva a las peculiaridades del mundo exterior.
El florecimiento del comercio es el auténtico
futurismo de Inglaterra