Archivo por años: 2009

Poemas inéditos de Salomón de la Selva

Luis Bolanos nos envía este poema inédito de Salomón de la Selva, publicado en un periódico de Texas en 1919. Son versos cargados de una sensualidad característica de su poesía en inglés de esta época:

    The Wharves of God

    I will discover all of you some day.
    In a cool darkness, if so Heaven wills,
    My fingers shall be flocks over your hills,
    My kisses birds that light and flash away:
    And in a rose bay fringed with goldenrod,
    Beyond a sea most infinitely deep,
    I’ll ride at anchorat the port of sleep
    And stand, a man, before the wharves of God!

    All this shall be when earth and sea and sky
    Have claimed your every loveliness they gave;
    Their beauty, touched of you, will hidden lie
    In perfectness that only I shall know.
    Until that day, the world’s paths or the grave
    All’s one to me, the selfsame daily woe.

Published by the Laredo Times newspaper on July 6th 1919.

Del “soldado de Nápoles” a la “dama española”. La pandemia de 1918

Manuel Sánchez
Departamento de Producción Vegetal y Microbiología
Universidad Miguel Hernández

En 1918, cuando medio mundo aún estaba destruyéndose en las trincheras, apareció una enfermedad que iba a causar muchas más muertes en un sólo año que toda la Primera Guerra Mundial en sus cuatro años. Esa enfermedad llegó a ser conocida como “dama española” (Spanish Lady) y su recuerdo ha vuelto a nuestras mentes con la reciente pandemia de la llamada nueva gripe A H1N1 (1).

Es fácil comprobar que las enfermedades tienen un alto impacto social y cultural. Este impacto es mayor cuanto más grave y mortal es dicha enfermedad. Cualquier visitante del Museo del Prado se habrá parado a contemplar más de la cuenta el cuadro “El triunfo de la muerte” (2). El pintor Pieter Brueghel se inspiró en la terrible mortandad que causó en la Europa de finales del siglo XIV tanto las guerras de religión como las epidemias de peste que solían acompañarlas. Sin embargo con la pandemia de gripe de 1918 no ha ocurrido nada semejante, en parte debido a su brevedad y a su coincidencia con el desastre bélico.

No era la primera vez que el mundo sufría de una epidemia de gripe, fueron famosas las de 1847 y 1889, pero sí de una tan devastadora. Aún se debate dónde se localizó el origen de dicha enfermedad, pero los mejores indicios parecen apuntar a que en el primer trimestre de 1918, en algún campamento militar en los Estados Unidos, se dieron las condiciones ideales de hacinamiento para una fácil y rápida dispersión del virus (3). Desde los Estados Unidos viajaría a los frentes de batalla de Europa y de allí al resto del mundo.

El nombre de “gripe española” tiene un curioso origen. A causa de la situación bélica, la alta mortalidad producida por dicha enfermedad fue silenciada por la censura. Dichas medidas fueron tomadas tanto en el bando de los Aliados como en el de los Poderes Centrales. Así que los únicos países en los que dicha enfermedad se convirtió en una noticia para la prensa fueron los países neutrales. Y España era el más importante de estos últimos. El 29 de junio de 1918, el Doctor Martín Salazar, director del Departamento de Salud, informaba a la Real Academia de Medicina de Madrid que no tenía ninguna información sobre una epidemia de gripe en el resto de Europa. De esta forma, España se convertía en el primer país del mundo en reconocer dicha epidemia de gripe y como los periódicos nacionales no hacían más que hablar de la enfermedad, el resto del mundo creyó que se había originado aquí (4).

Hubo tres oleadas de gripe. La primera fue la de marzo de 1918. La segunda fue la más grave causando la mayor parte de las muertes y duró desde agosto hasta noviembre de 1918. La tercera se dio a principios de 1919. Los periódicos españoles informaron de las muertes ocurridas en la primera oleada, y curiosamente también intentaron darle un nombre extranjero. La llamaron “el soldado de Nápoles” porque apareció cuando en los teatros se representaba la Canción del Olvido de José Serrano. Otra denominación con la que fue bautizada en sus primeras fases fue la de “la enfermedad de moda” (4).

Llama la atención que la mortalidad que produjo la gripe en Europa pasó casi desapercibida para la sociedad. La gente parecía haberse acostumbrado a las altas cifras de fallecidos que había causado el conflicto, sobre todo entre los jóvenes. El único de los países beligerantes en el que la gripe se convirtió en un tema social importante fueron los Estados Unidos. La gripe causó 675.000 muertes sobre una población de 100 millones de habitantes. Hubo comunidades del interior en las que se tuvieron que excavar fosas comunes con excavadoras. Como era de esperar, este acontecimiento se reflejó en la producción artística de dicha sociedad. La obra norteamericana más famosa sobre dicha época es Pale Horse, Pale Rider, tres novelas cortas escritas por la ganadora del Pullitzer, Katherine Anne Porter. Sin embargo, aún hoy el recuerdo de la gripe española perdura en su literatura. El escritor de best-sellers Stephen King imaginó un fin del mundo causado por un virus de la gripe en su novela “Apocalipsis” (The Stand).

Entre los países no beligerantes europeos, España fue el más afectado por la enfermedad. Se estima que la pandemia de gripe provocó la muerte de más de un cuarto de millón de españoles, un 1’5% de la población total de la época (5). Los periódicos informaron de la epidemia desde la primera oleada. Casi la mitad de dichas muertes ocurrieron durante el mes de octubre de 1918. La enfermedad llegó a España a través del constante flujo de emigrantes portugueses y españoles que usaban el tráfico ferroviario para volver a su país desde la vecina Francia. Hay una superposición entre el mapa de aparición de casos de gripe y el mapa ferroviario de esa época. La expansión de la epidemia se vio incrementada por un aspecto de la idiosincrasia cultural de nuestro país. La primera oleada llegó a Madrid en vísperas de la celebración de las corridas de San Isidro y la llegada de la virulenta segunda oleada coincidió con la celebración de numerosas fiestas patronales en las que se reunían grandes multitudes (6). El Dr. García Durán, jefe de salud de Valladolid, describió como la enfermedad apareció en la provincia tras la celebración de la festividad de San Antolín en Medina del Campo (4, 7). Para empeorar las cosas, se convocaron oficios religiosos multitudinarios para rogar por el fin de la enfermedad, lo que provocó un aumento de los contagios. En algunas áreas la mortalidad fue elevadísima, así por ejemplo en la ciudad de Zamora llegó a alcanzarse una tasa de mortalidad de 10 muertes por cada 1000 habitantes (3, 7). La situación fue tan grave que se utilizaron en el papel de voluntarios médicos a los estudiantes de medicina. En los periódicos de la época, como es el caso de “El Sol”, “ABC” o “La Vanguardia”, llegó a haber secciones fijas dedicadas a dicha enfermedad (6, 8). En el vecino Portugal, el número de muertes fue de 60.000, contándose entre ellas el pintor modernista Amadeo de Souza-Cardoso.

La enfermedad también afectó gravemente a los países iberoamericanos siendo los más afectados Guatemala, México y Brasil (9 – PDF). En México la enfermedad llegó a través de la frontera con su vecino del norte. Con una población estimada de 14 millones de habitantes, se estima que el número de muertes fue de trescientas mil aunque hay datos de que se pudo llegar al medio millón. La tasa tan alta de mortalidad tuvo bastante que ver con el hecho de que México acababa de salir de su última guerra civil y gran parte de las infraestructuras de salud pública estaban destruidas (10). En el cono sur, la enfermedad llegó a través de un barco que arribó a Río de Janeiro y luego a Buenos Aires. En Brasil hubo poblaciones en que se llegó a alcanzar unas tasas de mortalidad del 2%. Fue en dicho país donde la epidemia tuvo el mayor impacto social, ya que se utilizó como arma política contra el gobierno de Wenceslau Braz. Los periódicos llegaron a rebautizar la enfermedad como “el mal de Seidl” (PDF) en referencia a Carlos Seidl, director de Salud Pública, que se vio forzado a dimitir (11). Su influencia política no acabó ahí. Rodrigues Alves, recién elegido presidente de Brasil, murió de gripe antes de haber tomado posesión del cargo y tuvo que ser sustituido por Delfim Moreira.

BIBLIOGRAFIA Y ENLACES
Los enlaces están activos en el texto del artículo

1. http://curiosidadesdelamicrobiologia.blogspot.com/search/label/Gripe
2. http://www.museodelprado.es/coleccion/galeria-on-line/galeria-on-line/zoom/1/obra/el-triunfo-de-la-muerte/oimg/0/
3. Jeffery K. Taubenberger y David M. Morens. 1918 Influenza: the Mother of All Pandemics. Emerging Infectious Diseases. Vol 1: 15-22. 2006 http://www.cdc.gov/ncidod/eid/vol12no01/05-0979.htm
4. The Spanish influenza pandemic of 1918-19. Editado por H. Phillips y D. Killingray. Editorial Routledge. 2003
5. Antoni Trilla, Guillem Trilla, y Carolyn Daer. The 1918 “Spanish Flu” in Spain. Clinical Infectious Diseases. Vol 47: 668-73. 2008. http://www.journals.uchicago.edu/doi/full/10.1086/590567
6. María Isabel Porras Gallo. Una ciudad en crisis: la epidemia de gripe de 1918-1919 en Madrid. Universidad Complutense de Madrid. 1994
7. Beatriz Echevarri. La Gripe Española la pandemia de 1918-1919. Centro de Investigaciones Sociológicas. 1993
8. http://comunidad.lavanguardia.es/component/20081018/169100/el-ano-de-la-gripe-espanola.xhtml
9. N.P.A.S. Johnson y J. Mueller. Updating the Accounts: Global Mortality of the 1918–1920 “Spanish” Influenza Pandemic. Bull Hist Med;76:105–15. 2002 http://birdflubook.com/resources/NIALL105.pdf
10. Rafael Valdez Aguilar. Pandemia de gripe. Elementos No. 47, Vol. 9, pp 37. 2002. http://www.elementos.buap.mx/num47/htm/37.htm.
11. Goulart, A. da C.: Revisiting the Spanish flu: the 1918 influenza pandemic in Rio de Janeiro.História, Ciências, Saúde — Manguinhos, v. 12, no. 1, pp. 1-41, Jan.-Apr. 2005. http://www.scielo.br/pdf/hcsm/v12n1/en_06.pdf.

Salomón de la Selva (1919)

Pedro Henríquez Ureña
El Fígaro, La Habana, 6 de abril de 1919, año XXXVII, número 12

Cartas recientes me anuncian que Salomón de la Selva ha sobrevivido a la Gran Guerra. Son tantos, aun para quienes hemos nacido en países que no tomaron parte en el conflicto, los amigos y los conocidos que han muerto, o de quienes no se tienen noticias aún, que cabía abrigar temores sobre la suerte del poeta.

Salomón de la Selva se había alistado en el ejército de Inglaterra a mediados de 1918, cuando acababa de publicar su primer libro de versos en inglés. Desde mediados de 1917, estaba pronto a entrar en filas, a pelear en la guerra justa: en el training camp había conquistado el derecho a ser teniente; pero el ejército de los Estados Unidos se mostraba reacio a admitirlo si no adoptaba la ciudadanía norteamericana, y el poeta declaró que no abandonaría la de Nicaragua. Al fin, hastiado de gestiones inútiles, se alistó como soldado en el ejército de Inglaterra, patria de una de sus abuelas. Después del aviso de su llegada a Europa, las noticias faltaron durante meses; ahora sabemos que se halla cerca de Londres, y que de cuando en cuando visita los centros de reuniones literarias, donde se le acoge con interés.

Salomón de la Selva nació en León de Nicaragua, hace poco más de veinticuatro años. Cuando contaba doce, llegó a los Estados Unidos, y bien pronto, con rapidez infantil, adoptó el inglés en lugar del castellano, como lengua para sus incipientes ejercicios literarios. Durante unos cuatro años, leyó a los poetas ingleses. Y escribió, escribió torrencialmente. Regresó a Nicaragua; recobró el terreno perdido en su idioma natal; pero el ajeno le era ya más familiar, irrevocablemente, en el orden literario. En 1912 se halla de nuevo en los Estados Unidos, y no los abandona hasta que la pasión de la justicia lo lleva al ejército de los aliados.

Le conocí en 1915, cuando la revista The Forum, de Nueva York, acababa de aceptarle para la publicación de su Cuento del País de las Hadas. Por primera vez una composición suya aparecía en una revista de importancia.

Poco después nos unimos para organizar pequeñas reuniones a que asistían hombres de letras de las dos Américas. Allí, si no me equivoco, empezaron los del Norte a poner atención en la poesía rotunda y pintoresca de Chocano, cuya visión externa del Nuevo Mundo es la más rica que hoy existe, en verso castellano o en verso inglés. Entre los poetas norteamericanos, amigos de Selva, se encontraban Thomas Walsh, pulcro y cultísimo, ameno conversador, lleno de anécdotas sabrosas; William Rose Benét, el místico del Halconero de Dios, con su moderación de modales, y su elevación de ideas; el sencillo y sonriente Joyce Kilmer, caído luego en tierra de Francia…

Después, Selva tuvo muchos amigos literarios, desde pontífices cuya opinión consagra hasta los principiantes que admiran; estuvo de moda en los cenáculos; el pintor y escultor (; John P Rice, catedrático de literatura espanola, traductoe de Chocano y de otros poetas de nuestra lengua; Kermit Roosevelt, hijo del ex-presidente. Se esperaba que, al final de la solemnidad, hablaría Roosevelt, y Mr. Garland así lo excpresó; pero el improvisado discurso de Salomón de La Selva turbaron la atmósfera de las letras norteamericanas, Howells, le dedicó caluroso elogio, sin conocerle personalmente, desde su tribuna crítica de Harper´s Magazine. En fin, hasta causó extraña conmoción en una solemnidad panamericana, atreviéndose a decir verdades duras en presencia de Roosevelt.

Memorable aquel episodio. No estuve presente, pero la prensa y las cartas me informaron de lo ocurrido. La reunión fue en el Club Nacional de la Artes, en febrero de 1917, y la organizaron las principales asociaciones de artistas y literatos. Presidía el poeta y novelista Hamlin Garland. Hablaron, entre otros, Thomas Walsh, el poeta; Alfred Coester, el autor de la Historia literarias de la América Española; el popular dramaturgo August Thomas; Ernest Peixotto, pintor y escritor; John P. Rice, catedrático de literatura española, traductor de Chocano y de otros poetas de nuestra lengua; Kevin Roosevelt, hijo del ex presidente. Se esperaba que, al final de la solemnidad, hablaría Roosevelt, y Mr. Garland así lo expresó; pero el improvisado discurso y los versos de Salomón de la Selva turbaron la atmósfera , y el estadista ilustre no tomó la palabra.: Mr. Garland, intranquilo, cerró la sesión sin pedirle la palabra.

Salomón de la Selva era el último en el programa. La ceremonia había sido larga. «Ya habían dado las once -me escriben; el público estaba fatigado por los muchos discursos y, cuando se anunció a Selva, presintieron otro fastidio, al tener que oír a otro profesor (en aquel entonces, Selva enseñaba en Williams College). la gente comenzaba a marcharse. Pero apenas Selva comenzó a hablar, nadie pensó en abandonar el salón, y hasta regresaron los que se habían levantado para irse. El fuego de sus palabras se comunicó al auditorio que le escuchó con atención y le aplaudió con furia. «Durante toda su disertación -escribe una dama- sus cabellos estaban erizados». Inconscientemente -escribe un poeta norteamericano, lanzó a Roosevelt una mirada de fuego.

[…]

El primer libro de versos de Salomón de la Selva, Tropical Town and Other Poems, sorprende por su variedad de temas y de formas. Hay quienes se sienten desorientados entre tanta riqueza, y no saben dónde hallar el hilo de Ariadna para el laberinto. A esos podría atormentárseles diciéndoles que aún hay más, mucho más, en la obra de Salomón de la Selva -otros temas y otras formas que no hallan cabida en el volumen, y que, desde luego, hay más, mucho más, en su personalidad.

Para mí, la fuerza de unidad que anima su obra está en el delirio juvenil que se apodera del mundo por intuiciones rítmicas, intuiciones de color, de forma, de sonido, de fuerza, de espíritu: todo se inflama bajo su toque.

Pero no es exclusivamente intuitivo, sino que posee cultura poética, honda y gran caudal de recurso artísticos. Según el consejo de Stevenson – incomparable maestro de técnica literaria -, se ejercitó en todos los estilos: le he visto ensayar desde la lengua arcaica y los endecasílabos pareados de Chaucer, hasta el free verse de nuestros días * * *

Su poesía se distingue ya, en el país donde comenzó a escribir, porque posee elementos que no abundan en los Estados Unidos:

imágenes delicadas y música verbal. La imaginación norteamericana propende al realismo, a las concepciones claras y sin ornamentación:

cuando se exalta, tiende a lo vasto sin contornos * * * Fuera de Poe, apenas hay imaginativos, sino de grandes magos del ritmo.* * * En cambio, Inglaterra es patria, no sólo de grandes poetas imaginativos. En Inglaterra, pues, mucho más próxima que Norteamérica a la cultura y a los gustos latinos, encontrará Selva el campo propio para su desarrollo ulterior * * *

He discurrido ya tan largamente en torno de su obra, que apenas me queda espacio para dar idea de sus temas. Desde luego me aventuro a afirmar que el primer deber literario de todo hispanoamericano que sepa inglés es leerle; el segundo deber será traducirle: lo cual no seria favor, sino gratitud, porque Selva ha vertido al inglés a no pocos de nuestros poetas.

La parte más interesante del libro es, para nosotros, la sección Mi Nicaragua, colección de acuarelas sorprendentes por lo delicadas y justas * * * Las otras secciones tienen menos cohesión: hay paisajes de la Nueva Inglaterra, madre espiritual de los Estados Unidos; hay versos de ira y de amor para la tierra en que escribía sus versos ingleses (¡oh Rubén Darío, autor a un tiempo mismo de la Oda a Roosevelt y de la Salutación al Aguila!); hay canciones inspiradas en canciones populares o en las rimas infantiles de su hermana; hay poemas inspirados por obras de arte – Bach, Giorgione, Cellini -; hay creaciones de fantasía que se agita «en danzas etéreas», como el encantador Cuento del País de las Hadas; hay salmos de amor ideal y hay gritos crueles sobre el hambre y el odio. Y todo lo ha vivido el poeta. El lo dice: «He de vivir las canciones que canto para salvarlas de la muerte» Si, aunque «el decir las cosas bien» aparezca como signo de artificialidad a los ojos de los superficiales. Es verdad. Todo lo ha vivido el poeta.

Centroamericano no tan extraviado en los campos de Flandes

Victor Valembois
Universidad de Costa Rica

    Este artículo es un capítulo del libro Puentes trasatlánticos. Base literaria para un diálogo euro-centroamericano, Editorial UCR, 2009, pp. 197-218.

¿Te preguntas, viajero, por qué hemos muerto jóvenes,
y por qué hemos matado tan estúpidamente?
Nuestros padres mintieron: eso es todo.

Jon Juaristi, escritor vizcaíno, 1987.

1. Un nicaragüense en las filas aliadas

Sobre la poesía de Salomón de la Selva hay mucho que escribir postulaba hace un tiempo un crítico (1) . Al respecto, también cabe mucho que corregir. El propósito de este trabajo será doble. Por un lado, contribuir a sacar a este destacado poeta de Nicaragua (1893-1959) de las brumas en las que él mismo se resguardó, pero también de nublados en que otros lo metieron, o peor, lo mantuvieron. Por otro lado, las luchas en las trincheras o no, pero siempre por el hombre y la paz, de don Salomón, se supone que no han perdido vigencia. Lo anterior se hará desde un ángulo no explorado todavía de manera suficiente: su relación múltiple con Europa y en particular con Flandes.

En la presente ocasión desarrollaré mis tesis a partir de su primera creación: «El soldado desconocido». Se trata de un estudio al filo de lo histórico y lo literario, porque la lira de don Salomón, de entrada, suena con un tono coloquial a partir de la narración de ciertos hechos vividos. Su receptor imaginario pareciera alguien allá, en Centroamérica, su novia quizá. El resultado es una especie de crónica poética. En lo artístico, este conjunto constituye un cruce de influencias culturales. Como en tantos casos, la mezcla quedó enriquecida.

2. En campos de Flandes: algo más que una referencia geográfica

Muchos son los soldados, de diversas nacionalidades, que lucharon en la Primera Guerra Mundial, y al mismo tiempo fueron poetas. Con su poemario El soldado desconocido (2) , Salomón de la Selva resulta ser para la poesía nicaragüense, lo que en el ámbito británico, norteamericano y canadiense, se conoce como un war poet, categoría específica en las historias de la literatura de habla inglesa. Es un excelso poeta de guerra, el leonés, no solo porque tocó con altura la lira durante la conflagración, sino porque también estuvo personalmente en la pelea. No es lo mismo: Virgilio comienza su obra clásica con aquel famoso les canto a las personas y a las armas (3) … pero lo hace sentado en una butaca. La producción artística que comentamos no habla de mariposas etéreas ni de princesas darianas, como vía de escape, sino de sangre, sudor, y poesía en términos dramáticos de Pablo Antonio Cuadra, quien a su vez se inspiraba en la conocida frase de Churchill. De la Selva parece el benjamín de cantidad de poetas, sobre todo europeos, como Jean Giono (1895-1970), Rupert Brooke (1887-1915), Wilfred Owen (1893-1918), Isaac Rosenberg (1890-1918) y por supuesto John Mc Crae (1872-1918). Fíjese el lector en la corta vida que les tocó a la mayoría de los nombrados: murieron como jóvenes soldados, en Bélgica. Don Salomón es de los excepcionales a haberse escapado del infierno, lo mismo que otro soldado-poeta de nombre Siegfried Sassoon (1886-1967), cuyo principal volumen Counter-Attack and Other Poems (1918) ciertamente también influyó en el nicaragüense, al ser compañero de trinchera. Hacia el final de la guerra ya, en todo caso en los primeros meses de 1918, este se alista como voluntario romántico (4) en las fuerzas aliadas. Residente entonces en Estados Unidos, lo haría del lado inglés (con The Royal North Lancashire Regiment), por antecedentes familiares y porque los Estados Unidos todavía no habían entrado en el conflicto. Como él mismo evoca en el prólogo a su conjunto de poemas, interfiere además un entronque europeo: su abuela era inglesa. El soldado desconocido tiene visibles y vividas referencias a la guerra de posiciones que se libró entre otros en Bélgica, en las espantosas trincheras.

Encuentro más afinidad entre de la Selva y Owen en el tratamiento de cantidad de temas, como veremos. Pero desde luego por sus numerosas evocaciones a tierra flamenca, el nicaragüense no tendría dificultad en reconocer su deuda literaria con Mc Crae. Este último antecedió al centroamericano en ese horrendo conflicto, en la escritura y publicación de sus evocaciones bélicas y en la muerte. Era un médico canadiense; luchó en Bélgica desde 1914, para morir en combate. El mismo “destino manifiesto” le hubiera estaba reservado al educador centroamericano: he pensado que muy bien pude haber sido yo mismo, señala de la Selva, en su prólogo. Lo salvó el ansiado armisticio del 11 de noviembre de 1918. En su poema, Mc Crae, asume un papel de hermano mayor y amonesta, entre otros a ese muchachito Salomón, a seguir la senda. Paso a transcribir «In Flanders Fields», con ese mismo título, el poema más conocido del canadiense. No puede ser más conmovedor:

    Florecen las amapolas en los campos de Flandes, entre cruces, hilera tras hilera, que marcan nuestros sitios; y en el cielo vuelan las alondras, cantando bravamente, apenas oídas en medio del cañoneo que ruge abajo.
    Somos los muertos. Pocos días ha vivíamos, gozábamos de las auroras, sentíamos el hechizo de las gloriosas puestas de sol; amábamos y éramos amados, y ahora… reposamos para siempre en los campos de Flandes.
    Haced vuestra nuestra querella con el enemigo; empuñad la tea que os pasan nuestras manos desfallecientes, y sea vuestra a condición de que la mantengáis en alto.
    Pero si faltáis a la fe que debéis a quienes morimos, no dormiremos, por más que florezcan las rojas amapolas en los campos de Flandes.

Son versos presentados como de ultratumba, garabateados en los descansos entre ataque y contraataque de un conflicto que duró cuatro largos años, caracterizado, la mayor parte, por un inmovilismo espantoso en esa guerra que iba a acabar con todas. Tenía cuarenta y tres años, el artista, cuando primero editó en Punch, era en 1915. Después, inmolado, otros se encargaron de publicar de nuevo su poemario, en 1919, siempre con esa misma explícita reminiscencia europea. Pese a lo «mundial» del nombre de la guerra, los países centro-americanos no tuvieron injerencia directa en el conflicto bélico, que de todos modos los afectó, entre otros con el disminuido precio del café; en todo caso, allí no hubo fragor de armas. La declaración de guerra a Alemania, en la primera mitad de 1918, de casi todos los países latinoamericanos, no llevó a abierta hostilidad con este país europeo. La medida se tomó más bien en forma simbólica, para congraciarse con el Tío Sam, cuando este salió de su aislacionismo.

Ahora bien, incluso así, fuera de la inmersión directa en lo bélico, en América Latina también se conoció la expresión connotada de los campos de Flandes y estos años se caracterizaron por toda clase de reflexiones respecto del poder, la guerra, etc. En este contexto cosmopolita de interferencias, por doquier surgen brotes de anarquismo y de pacifismo. La poesía de Mc Crae se publicó en Costa Rica en 1920, en las páginas de la naciente revista Repertorio Americano, dirigida por Joaquín García Monge (5). Constituye un motivo de orgullo observar cómo este modesto hijo de un entonces minúsculo pueblo costarricense, llamado Desamparados, tenía antenas puestas para captar las ondas de todo el planeta: era global en profundidad. He transcrito aquí la lograda traducción, de Ricardo Jiménez, después tres veces Presidente, nada menos, otro hombre con ribetes de universalidad, surgido de entrañas locales gracias a una educación bien enfocada.

La intelectualidad de hace casi cien años, en Costa Rica, se mantenía informada del acontecer político y militar en Europa por los periódicos y por el arte. Gracias entre otros al citado Repertorio, estaba al tanto de este esfuerzo anti-bélico de los mencionados poetas de guerra: no de otra manera se explica que el entonces joven estudiante costarricense Marco Tulio Salazar retomara en su poesía la misma imagen de las amapolas en Bélgica, estamos hablando de 1922:

    Quisiera ser gigante
    Para rehacer yo solo la Bélgica
    Que hoy es tierra de escombros;
    Rehacer esa amapola. (6)

Esta emotiva solidaridad lírica solo se explica dentro del impresionante eco que produjo la destrucción de Bélgica y la lucha de su rey Alberto y de su cardenal Mercier. Todavía ahora, la sola mención de los campos de Flandes constituye un símbolo universal de lucha fratricida. Pero veremos cómo los poetas de guerra, entre ellos un destacado centroamericano, cargando su fusil lírico, también prenden la tea del amor universal.

Partiendo de estas circunstancias, sobre todo en la primera mitad del siglo XX, la expresión «en los campos de Flandes», en todas partes guarda, todavía ahora, una gran emotividad, mezcla de evocación patriótica y de reflexión acerca de lo grandioso o lo absurdo de la guerra, sobre todo por la inmolación de tantos jóvenes. Décadas más tarde de los hechos, en un recital en que se evocó poemas bajo este título, se puso a llorar nada menos que el General Volio (7), luchador ya no en campos de Flandes, sino en los de Centroamérica, eso sí, a partir de un acicate de tierras flamencas. Los conflictos bélicos se siguen dando e inventando, pero al mismo tiempo resulta admirable constatar que el arte continúa sirviéndose como acicate contra la guerra. Así pensó el personaje lírico de don Salomón:

    ¿Y de qué sirve la guerra? (…)
    Porque todo es en vano/
    si no engendra cariño,/
    y hay tanto odio….
    (Carta, p. 69)

Pienso en recientes esfuerzos, casi cien años después, para darnos cuenta, como esas cartas de soldados, franceses y alemanes, de que escribieron desde de lo inmundo de las líneas, bellezas en prosa a sus seres queridos (8). Evoco la película, conocida a un lado del Atlántico, como Matilde y al otro traducida como Amor eterno, con el afán de una mujer de comprender por qué su amor fue muerto en ese «no man´s land» entre las dos trincheras… (9)

3. Interferencias belgas en El soldado desconocido

En este contexto luchó y escribió De la Selva. La publicación de su Soldado desconocido se hizo primero en inglés (Nueva York, 1921 señalan la edición “princeps” y después, la versión española, en el México de 1922, por cierto ilustrada por el gran Diego Rivera. El poemario tropical se circunscribe entonces dentro de un triple contexto. Primero la permanente, pero no siempre explicitada confrontación: la realidad vivida allá, un mundo en llamas, versus el acá. Apoyada o no en esos adverbios temporales, permanece la tensión entre dos mundos: El cañoneo (…) «(suena como) cuando retumba el suelo en Nicaragua» (en la parte Primera Carta, p. 29). Segundo, en los versos de don Salomón, uno constantemente siente palpitar algún eco de sus hermanos mayores: esos poetas de guerra, citados, tanto en su temática (la muerte, la hermandad, la esperanza,…) como en sus formas expresivas (la elegía, etc.). En tercer lugar, todo ello repercute en los medios, quiere decir entonces, esencialmente la prensa. En su poema, De la Selva muestra estar impactado por la cantidad de alusiones, incluso en Nicaragua, a la guerra en Europa, particularmente en Flandes:

    Ya no pueden los periódicos
    con los sonetos a Bélgica
    y las odas a Francia
    (p. 91)

Lo más probable es que alude a diarios ingleses y nicaragüenses, pero se sabe que Salomón también manejaba adecuadamente el francés: ya en 1916 era profesor de esa lengua en Estados Unidos. Difícil que tenga noción siquiera del neerlandés, el otro idioma oficial de Bélgica hablado precisamente en esa región. Son demasiado numerosas y puntuales las referencias topográficas directas a estas latitudes, como para postular una mera casualidad o una inventiva fenomenal: en la Jornada III, por ejemplo, el autor alude de manera explicita a «el lodo perpetuo/ de Flandes lamentable», por la destrucción humana, contra ¡la belleza del mundo! en el cielo azul, el suave sol, etc. como se describe en contraste p. 75. Para un oyente nacido en esos lugares evocados, como es el caso del que escribe, no cabe la menor duda: constituye testimonio fehaciente, vivido, nada de “literatura”.

Pero aparte de esas deducciones espaciales hechas, son también nítidas las temporales que se imponen, siempre a partir del texto. Indirectas y descriptivas, evocan cierta época del año en Flandes. Pruebas inconfundibles para el lector nórdico resultan ser «el repentino brote de tantas amapolas», como también «tengo los pies helados» además de «una mujer bella que ríe en los trigales verde». Lo mismo, al aludir el poeta a «cuando vuelva abril» y, para confirmar, al final cuando señala que es «la Primavera» (10). Al observar estos elementos probatorios, es digno de constatar que un historiador nicaragüense incurre en el error al recalcar que De la Selva se alistó a mediados de 1918 en el ejercito inglés. A estas alturas del año ya no florecen las amapolas, ni hace tanto frío en Bélgica como parecen ignorar unos apuntes para una biografía (11). Nuevamente, basta confrontar el texto con su contexto: si sabemos que de la Selva nació en marzo 1893 (el 20, para ser preciso), y el poema De profundis hace alusión a la pujanza de (sus) veinte y cuatro años, una simple matemática indica que aquello era cierto antes de marzo de 1918…

4. Más allá de la veracidad histórica, la verosimilitud literaria

Claro que también figuran alusiones, pero menos, a lugares de Francia (Chartres y el Mont Saint Michel), de presencia personal o por su evocación religiosa; consta además algún topónimo en Gran Bretaña (Suffolk, p. 29), cuando cruzó el Atlántico y donde estuvo en receso por un tiempo. Pero, por ley de números, son más las alusiones a Bélgica, explícitas o no. Van con inconfundible tono de lo vivido, pero no se sabe si de vista, de oído o leído. Muy al inicio del relato un tanto épico, en el poema “Cantar”, no menos de cuatro veces menciona el Mar del Norte. ¿Cómo no conmoverse con su relato comienza la batalla donde como víctima evoca un ataque con el mortífero gas mostaza: «vimos llegar rodando la amarillenta nube larga»? (p. 43) Por de pronto, la referencia al Gas asfixiante vuelve hacia el final, (p. 121). Por haber sido experimentado poco antes, justo en la misma región flamenca y concretamente alrededor de Ieper (se escribe Ypres en inglés y francés) el arma letal se llamaba Yperiet (12).

Sin embargo, por dos razones prevalece cierta duda respecto de la exactitud histórica y geográfica en el poemario en cuestión. En primer lugar, se comprueba que, sobre todo del lado americano del Atlántico (del norte como del sur), en más de una oportunidad se suele ignorar las divisiones nacionales a lo largo de los ochocientos kilómetros de trinchera que, como llaga profunda, marcó el mapa europeo durante casi cuatro años (13). Constituye un problema detectado también en estudios paralelos sobre otros literatos centroamericanos y Bélgica (14).

En segundo lugar, el mismo vate tampoco tenía sólidos conocimientos geográficos, por ejemplo cuando, en el poema, observamos que ignora en qué puerto (inglés) embarcaron y por dos veces no sabe (¿o no quiere?) distinguir entre regiones, como al final de su introducción a su libro («en Flandes o en Francia era un cadáver como todos») y al inicio del poemario («desembarcamos sin cuidado/ en Bélgica o en Francia»). Por de pronto, la falta de cuidado, ¿será de sus oficiales? Más bien de él, que no se ha fijado. Si no fuera por la autenticidad que, lo comenté, estila en cada línea del relato, uno lo tomaría por muestra de indiferencia, aparte de crasa ignorancia geográfica. De la Selva podía argüir que las vivencias en las trincheras no se prestaban precisamente al aprendizaje pormenorizado de la geografía. En ningún poema suyo existe referencia directa alguna al lugar específico donde peleó: sabemos que fue en Flandes, ¿pero dónde? Quién sabe si fue en Ploegsteert, donde también combatió Churchill o en Mesen, donde luchó Hitler: el mapa de esta región, al suroeste de Bélgica, permanece salpicado de evocaciones a batallas famosas. Cantidad de cementerios recuerdan todavía ese matadero universal en que se había transformado Flandes, va menos de un siglo.

A los literatos y a sus productos artísticos concedámosles esta licencia poética de desconocer límites territoriales, más si se trata de latitudes lejanas a su propio terruño. Las referencias dadas por el poeta no reflejan lo presencial de él. Pero no importa: por último, se le puede aplicar perfectamente la postura de Richard Owen: «Todo lo que un poeta puede hacer es advertir. Por eso todo verdadero poeta tiene que ser veraz» (15) . Esa veracidad o confiabilidad no resulta sinónimo de lo fidedigno histórico o periodístico; se refiere a otra categoría: lo verosímil, como categoría artística que permite al receptor entregar su confianza y actuar en consecuencia, descodificar correctamente en cualquier tiempo futuro, en cualquier latitud, la misma angustia, igual dolor desesperado. Al inicio de un nuevo siglo, ¿ha cambiado algo al respecto?

Pero frente a este cúmulo de evidencias de lo vivido y sufrido personalmente por parte de Salomón de la Selva sorprende que cierto autor con menos nexos de vivencia e idiomáticos todavía que él con Bélgica, puso en duda la autenticidad de lo evocado. Sin embargo, es lo que hizo Ernesto Cardenal, al afirmar que «esa poesía (…) aunque a menudo realista, produce cierta impresión general de autobiografía ficticia. Flandes es para él (el autor) una tierra confusa…» (16). Con su análisis de 1948, contribuyó a echar una funesta aureola de misterio y de falsedad alrededor de la vida y la obra de su compatriota colega. Si fuera por el poeta-guerrillero-sacerdote, pondría los tres componentes del título de este trabajo entre comillas, porque ni cree en la autenticidad de Salomón, ni en lo artístico-presencial de Soldado desconocido, ni en la referencia a los famosos e históricos campos de Flandes, inmortalizados con ayuda de la musa. El error de apreciación del poeta de Solentiname, a partir de una lectura deficiente del texto, lejos de probar que De la Selva «jugaba» al soldado desconocido, indujo, sin embargo, después a Mariano Fiallos y tantos otros a creer que el poeta nunca había estado en la guerra (17).

Hubo que esperar casi una década para que Stefan Baciu, sin tampoco haber estado en Bélgica ni conocer mayormente su geografía, solo recurriendo a investigación más seria y fuentes más directas, enmendara este grave desliz (18). Menos mal, a los pocos años el acucioso Stefan Baciu visualizó otro poeta, más real, como hombre, como poeta, creador, generador de inquietudes con revestimiento lírico, no simple encargado de sacar fotocopias de la realidad.

La confrontación efectuada, desde luego aboga por no confundir creación literaria con relato biográfico o manual de historia. Pero respecto de la relación bilateral Bélgica-Nicaragua, en la persona del vate, tres argumentos se refuerzan entre sí. Primero, se refiere a las declaraciones del propio poeta, fuera de su obra artística, por ejemplo en el prólogo al libro en cuestión; segundo, no escasean en su creación poética las alusiones locales, vividas, concordantes y congruentes dentro de la obra de arte y, tercero, allí está la verosimilitud o coincidencia entre el relato creativo y una serie de elementos de la historia, por ejemplo, la alusión directa por el poeta a la entrada en guerra de parte de Nicaragua, en contra de las fuerzas del Eje (19).

Frente a este cúmulo de pruebas internas para una presencia real de Bélgica en El soldado desconocido, a base de tiempos, lugares y enfoques bien determinados por el emisor y que se pueden ubicar por el receptor (con preferencia de allá), no perdamos de vista que ni se trata de un trabajo historiográfico ni periodístico, sino literario, categoría a mucha honra ni inferior ni superior, sino diferente.¿De la Selva ha sido testigo presencial de todo lo que evoca? No existe garantía: en la mayoría de elementos así es, pero en otros, por fuerza se basa en algo que le comentaron o en lecturas. Es el caso de los topónimos aludidos en el último poema:

    Álamos destrozados de Oudenarde (sic),
    hayas truncas de Ramillies,
    ¡ya echaréis nuevas ramas
    cuando vuelva abril!

Se trata, de lugares alejados del frente como tal, como para que pueda pensarse en una visión personal y directa. Además, se encuentran muy lejos uno de otro. Oudenaarde (en francés: Audenarde) se ubica en Flandes, unos sesenta kilómetros al oeste de Bruselas. La ortografía adoptada por el poeta visualiza que aparentemente se inspira de un relato en un periódico francófono de Bélgica. Ramillies pertenece a la provincia de Brabante francófono y se ubica otro tanto de kilómetros al sureste de la capital. Por su estilo, casi periodístico y coloquial, favorece si no una realidad, por lo menos una verosimilitud al servicio de un mensaje que tenemos que desentrañar.

Por sorpresa, nuevamente más para el lector europeo, figuran varias confusiones y equiparaciones entre los términos Bélgica (referencia política-nacional) y Flandes (región dentro de lo anterior). Desde luego, el nicaragüense no tenía por qué conocer ni la división administrativa de Bélgica, ni siquiera la existencia de una división lingüística… mete todo en un solo saco cuando en el poema «sobre una fotografía de la Quinta Avenida» (20), «entre múltiples banderas de diversos países» (de Europa: Francia, Inglaterra e Italia), menciona además en la parte IV, «el pabellón de Flandes». Aparte de la manifiesta nueva ignorancia geográfica, lo “políticamente incorrecto” del poeta se debe posiblemente al impacto internacional de esos campos de Flandes referidos en el primer punto, expresión a la que ayuda la realidad histórica de que también el norte de Francia formaba parte de la Flandes histórica (21).

Ahora bien, que el vate se haya equivocado en más de una dimensión fuera de lo poético, no le quita valor a su trascendental y renovador mensaje por la vía artística. Es más, pareciera que, en comparación con su compatriota Azarias Pallais (22) (el cual también usaba en su poesía cantidad de referencias a topónimos en Bélgica, en particular Flandes) en de la Selva prevalece un propósito totalmente divergente. En el sacerdote-poeta las obsesivas referencias precisas, sobre todo a un mítico Brujas, evocan una asociación entre su Nicaragua natal y un mundo ideal medieval postulado, es su utopía salvífica; en cambio, en el soldado-poeta, primero las evocaciones topográficas no abundan, siendo que las pocas referencias locales no evocan algo ideal, sino al contrario un infierno humano, entonces casualmente también en Flandes. Azarías Pallais fue poeta de Flandes, una tierra que el conoció y admiró. Salomón fue poeta en Flandes, una tierra que no llegó a conocer bien, porque no estuvo ni de turista ni de estudiante allá, sino en sus horribles trincheras.

5. Un cosmopolita más allá de una moda: ¡anhelo vigente!

Son muchas las pruebas por las que uno deduce que el poeta propugna un humanismo sin fronteras. Empieza de una manera un tanto prosaica, como cuando afirma que: «los piojos aquí en Flandes tienen hedor idéntico a los de Nicaragua» (p.110). Además, al contrario, por ejemplo, de varios de sus compañeros, soldados-poetas (23), caracterizados por su orgullo nacional inglés (sobre todo el oficialista Rupert Brooke), para de la Selva las escasas referencias a Nicaragua, simplemente ubican su punto de partida, pero no revelan ningún nacionalismo. Todos esos poetas, en la línea también de G.K. Chesterton, fueron utilizados como estandartes nacionalistas, cosa que efectivamente fueron. Owen con facilidad refiere a otros poetas, pero solo de su propia cultura (sobre todo Yeats y su compañero Sassoon). De él es también el verso: «None untimely die that die for England». De Rupert Brooke tenemos: «there´s some corner of a foreign field / that is forever England». ¡Qué diferencia el patriotismo que propugna De la Selva! En esos galerones de la muerte se imagina la paz como una bella mujer. La describe pero no da rasgos externos de tipo racial ni por identidad de pasaporte. Reúne atributos sacados del imaginario colectivo de la especie humana, más allá de tiempos y barreras continentales. Algo tiene ella, dice, entre otros del fénix persa, del quetzal guatemalteco, de la alondra de Shelly, del albatros de Baudelaire y del cisne dariano. Por cierto, qué superior, esa invocación por la paz, a la del poema Pax, de 1916, donde Darío, muy enfermo ya, también se ve condicionado por reminiscencias belgas (24). Es lo vivido directo y concreto frente a lo evocado a distancia.

Ahora bien, esa reivindicación humana general va muy lejos. Es natural y evidente la solidaridad entre gente que comparte la misma alegría y sobre todo las mismas penas y temores, en un mismo lugar. A él le importa la condición humana de los combatientes. Señala: «Mi compañero ha muerto». No importa de qué nacionalidad o creencias. Merece por ello un calificativo más allá de lo biológico: «¡hermano y más que hermano» (pp. 61-62). En la elegía, desde luego, debe referirse a más de un hecho real, en ese antro de muerte asegurada; pero también, por intertexto se evocan versos paralelos de Isaac Rosenberg y de Wilfred Owen y, más lejos, el himno mortuorio alemán basado en el inmortal verso de Schiller: ich hat ein Kameraten (yo tenía un compañero).

De allí, quizá justamente también por lo literario, va otro paso adelante, en valoración universal de la especie humana. Como se usaba en inglés (véase por ejemplo, en Owen, p. 70) y en francés, el enemigo es el boche: a las claras, una manera popular y muy despectiva de referirse a los alemanes (25): hijo de unos padres que fueron víctimas de los alemanes, tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial, valoro cómo en una generación esa secular terminología ofensiva ha sido superada en la Unión Europea (26). Ahora bien, igual la usa de la Selva (p. 43). Sin embargo, incluso de esos adversarios él reconoce su condición humana:

    Son gente.
    No cabe duda.
    Gente como nosotros,
    que come, que duerme, que se entume, que suda,
    que odia, que ama.
    Gente como toda la gente,
    y sin embargo – diferente
    (p. 67).

Para nada aflora en el soldado vencedor la clásica expresión del Vae victis (expresión latinas para “abajo los vencidos”) como suele prevalecer. De allí lo vigente y post moderno de don Salomón, ¡desde bastante antes de la Convención de Ginebra sobre los prisioneros de guerra (triste realidad todavía en el siglo XXI, con motivo de la guerra de Iraq)!

Pero el poeta va más allá. No participa en el burla ni la desnudez a la que los demás los someten. Es más, contra la reglamentación vigente, les da cigarrillos, gesto humanitario, sí, peligrosa generosidad (p. 67). Además, justamente influido por el mundo universal de las ideas y del arte, respecto de esos POW («prisioners of war») expresa:

    Alguno de ellos debe de haber leído
    a Goethe; o será de la familia de Beethoven
    o de Kant; o sabrá tocar el violoncello.
    (p. 68)

Esa inclinación universal de Salomón es justificada hasta en la temática bélica, por de pronto, al comprobar que, lo mismo que del lado anglosajón, también del lado francés (con el Apollinaire de Caligrammes y Pierre Drieu (27) y del lado alemán (con los expresionistas de la “poesía atómica”, en Stramm, Engelcke, Rubiner, Hasenclever, Toller y otros), igual hubo literatos de guerra en otros horizontes, búsquedas de respuesta artística al momento escalofriante, degradado por doquier en la dimensión de lo humano.

De la Selva se compara, sin embargo, mejor en esta dimensión con lo transnacional de su compañero Rosenberg, aquel que en vez de referirse a piojos universales se ríe sardónicamente de las «simpatías cosmopolitas» de una rata, que se pasea entre líneas enemigas (28). Remonta este sentimiento de hermandad mundial hasta los epicúreos y otras tendencias cosmopolitas, como al mismo Schiller, alemán, aquel de “todos los hombres serán hermanos”. Al mismo tiempo cabe subrayar el carácter actual de su lucha. Por eso, ahora en Flandes, en los cementerios militares que abundan a raíz de esa espantosa guerra, no se establece diferencia entre los muertos, por rango, raza o credo religioso. Solo hace poco se inventó el complejo de Estocolmo, vivencia característica para víctimas en situación de secuestro. Obedecen a hondas vibraciones simplemente humanas de seres, aunque en campos ideológicamente o interesadamente opuestos, al encontrarse por largo tiempo atrapados juntos, en un mismo e único cautiverio. Más que lo verosímil literario, ya estudiado en este caso, subrayo otra vez lo veraz-vivido que se palpa a partir de esos versos. Lo narrado por el autor en la misma Bélgica en la que a cada rato encaja su historia literaria encuadra dentro de lo vivido por otros (29).

Para lograr esa camaradería universal, en el texto literario, lo mismo que en el prólogo, el autor recurre a la mezcla de idiomas. Equivocados están los que suponen que en las trincheras solo prevalecía el lenguaje no verbal de los cañones: en el poeta esa interferencia suele ser negativa, como cuando desde el prólogo, en español, califica a algunas personas como rough-neck, tough, etc., en versos en español; prevalecen además cantidad de expresiones anglosajones, como el over there, el “allá”, en la Europa continental; y desde luego, la expresión y la costumbre del “soldado desconocido” (30) la calca don Salomón expresamente, lo confiesa siempre en la citada introducción, hasta en el título en español de su poemario. Dentro del conjunto de poemas propiamente tal, también se observan conceptos en inglés que él simple copia, como se utilizaban en las filas inglesas: por ejemplo, el «No Man´s land» de la p. 43; a veces, como cuando se refiere a «las barras y las estrellas», piensa en inglés (norteamericano) y lo expresa en español .

De manera que este constante internacionalismo, de las armas en las trincheras de Flandes, también dejó huella en el uso lingüístico del poeta. Resulta interesante comparar ese uso idiomático, por parte de don Salomón, con el de los otros poetas de guerra (war poets). Tomemos el caso de Archibald MacLeish, cuyo hermano por cierto también falleció en combate en 1918. En su Invocation to the social Muse, el norteamericano se dirige a la musa, desde el español de la primera palabra («Señora»), hasta con sus equivalentes en alemán, inglés, ruso y otros idiomas. Don Salomón se encuentra en una torre de Babel bélica, pero pretende transformarla en antibélica.

5. Teoría y práctica de la “bala con alma”

Aun bajo el uniforme militar, puede que lata un corazón de poeta. Desde luego, su propia formación y sensibilidad lleva a cada uno de los soldatos-poetas a tomar posición acerca de la guerra y cómo cada uno asume su papel en esa horrible circunstancia. Muy conocida es la tesis de Wilfred Owen: «mi tema es la guerra y lo penoso de la guerra. La poesía se encuentra en lo penoso». Él no era pacifista, en el sentido contemporáneo de la palabra, pero se describía a sí mismo como «un objetor consciente, con una conciencia muy golpeada» (32). Sensiblemente paralela resulta la actitud humanista de don Salomón, en cuanto a postura crítica contra los conflictos armados (33) . Pero su método resulta diametralmente opuesto: en vez del alma adolorida, estigmatizada (to sear, en inglés). Desde su vivencia en Flandes, escribe a su amada:

    …todo es en vano
    si no engendra cariño,
    y hay tanto odio, tanto,
    que debe ser pecado
    sin duda ser soldado.
    (p. 69)

Tampoco podemos afirmar un antimilitarismo de parte del escritor: recordemos, se enroló voluntario en las filas británicas. En términos de Boccanera, «un humanismo personal lo llevó a enrolarse» (34), pero estando allá, trató de humanizar la guerra. Pareciera clara para él la postura de que precisamente su condición de soldado-poeta le obliga a ablandar corazones a favor de otras soluciones. Impregnado entonces por influencias de sus colegas en las trincheras, resuelve a su manera el eterno conflicto entre “las armas y las letras”. Bajo la forma de las mismas «hermosas armas» de lo artístico, en expresión de Darío, de la Selva contribuye así a la reflexión crítica respecto de lo bélico. Pareciera anticipar la frase de Roque Dalton: «el arte debería tirar balas». Pero no es una simple inversión de esa idea; es mejor aún «bala con alma», como él mismo sugiere en su poema.

Aflora a menudo ese sentimiento de crítica contra la guerra, como cuando el evocado episodio de las banderas. De la Selva parece primero en maravillarse ante el espectáculo de esas enseñas nacionales, pero bruscamente cambia de tono:

    ¡tantas y tantas banderas!
    ¡Son harapos!
    Bajo esa capa raída
    Repara en la carne flaca de los pueblos
    (p. 93)

Aflora el socialismo internacionalista, un humanismo cristiano, como en Pallais, como en Volio, otros latinoamericanos, aquí centroamericanistas muy compenetrados, lo vimos, con ese dantesco panorama europeo, vivido también en Bélgica. Igual salto de tono observamos en la poesía ya aludida a la paz, bajo el símbolo de una mujer hermosa. De repente, se transforma en mala, en sirena:

    Su otro nombre es Engaño
    El espejo que empuña
    sólo refleja hipocresías.
    De su vientre nació la Diplomacia
    Ella es la madre del Patriotismo falso.
    (p. 121)

Esta temática acerca a nuestro de la Selva a los simbolistas, entre otros el Rodenbach de Bruges-la-Morte, de la femme fatale.

¡Qué poeta más “viejo”, de hace cien años y al mismo tiempo que hombre más clásico; es decir, actual! De la Selva sigue burlándose de la patriotera actitud de Byron y sigue criticando el manipuleo que hubo de escritos de Chesterton, en nombre de intereses supuestamente nacionales e humanitarios, allí donde simplemente fueron pasto para la máquina de guerra de ricos pero oscuros interesados. ¡Mentiras!, vocifera el nicaragüense. Sin embargo, ¡es lo que nos inculcaron a todos por medio de una educación alienante, al servicio de unos pocos! Con lo cual, a los ribetes de pacifismo de don Salomón se une la necesidad de superar las fronteras nacionales, entre otros mediante el arte.

Es importante valorar este esfuerzo artístico pacifista dentro del contexto de hace casi cien años. En otro momento, habrá que comentar de esta misma época los esfuerzos, del francés Romain Rolland (1866-1944), por las letras, y del belga Frans Masereel (1889-1972), con sus grabados antibélicos en madera. De la Selva tuvo que conocer la obra artística de este último, sea directamente en los años de guerra en que se produjeron, sea más tarde, mediante los comentarios de Francisco Amighetti en el Repertorio Americano, revista centroamericana de alcance internacional, en la que también llegó a colaborar (35). En esa misma década de los años treinta, citemos también al dramaturgo francés Giraudoux y ya estallada la Segunda Guerra Mundial, con aquel seudónimo “Vercors”, el relato «El silencio del mar» (36) que narra la prolongada convivencia de un alemán en un hogar francés, durante la ocupación. Se trata de otro caso de interferencia entre literatura e historia; es decir, la primera influida por la segunda. Claro, como no, después está la película El Soldado Ryan. Pero antes, mucho antes, estuvo Salomón de la Selva.

6. Los «campos de Flandes», símbolo perenne

Ha quedado demostrado que de la Selva es claramente un war poet, un poeta en la guerra, calificativo del que estaría orgulloso, siempre y cuando no se interprete también que es un poeta guerrerista… Confío entonces haber contribuido, no solo a enderezar graves entuertos en torno a ese “Soldado desconocido”; uno de los más graves, quizá puede ser el de haber calificado este testimonio artístico como «el poema más aburrido del mundo» (Beltrán Morales) (37), referido concretamente al poema “La Paz”. Juzguemos, si acaso. En medio del comentado «lodo perpetuo», el poeta sueña con «una mujer bella», leitmotiv que como tal vuelve arias veces, ella «que ríe en los trigales verdes», poderoso indicador de que ya salimos del invierno, pero no es verano todavía:

    Ella es el fénix persa
    ella es el buho griego,
    y el ibis egipcio,
    y el quetzal guatemalteco.
    (p. 119)

y sigue la evocación con alusiones a la alondra de Shelley y el albatros de Baudelaire, entre otros, cosa que Morales describe como «un fatigante catálogo ornitológico». ¡Qué falta de cultura universal!

Ahora, cuando han vuelto «otros abriles» (38), como los cantaba de la Selva, estos mismos campos están sembrados con álamos, hayas y amapolas, (¿serán los mismos, o son otros?), pero también con cantidad de cementerios de jóvenes. ¿El resultado de esa carnicería en los campos de Flandes? Ya no hay trincheras, pero sigue la guerra; jóvenes centroamericanos siguen enlistándose en tropas imperiales. En Curridabat, Costa Rica, cerca de la iglesia se encuentra al tumba de un costarricense muerto en Vietnam. ¿Por qué? Más recientemente está el caso de Camilo Mejía, otro nicaragüense, durante la guerra de Iraq (2004). ¿Por qué? El testimonio artístico de don Salomón debe seguir golpeándonos, por ambos lados del Atlántico.

BIBLIOGRAFÍA

    ARELLANO, Jorge Eduardo: Aventura y genio de Salomón de la Selva, 2003.

    ARELLANO, Jorge Eduardo: Salomón de la Selva y la otra vanguardia, Madrid, Anales de Literatura Hispanoamericana, 1989.

    BACIU, Stefan: Centroamericanos, (sobre de la Selva: pp. 19-23).

    BACIU, Stefan: Don Sal. Fragmentos de un diario mexicano. Río de Janeiro, Peña Diplomática Rui Barhosa, 1960.

    BOCCANERA, Jorge: Salomón de la Selva, Paradojas fulminantes de un poeta nicaragüense, Revista Hombres de maíz, Costa Rica, Nº 48, julio-agosto 1997.

    CARDENAL Ernesto: «Salomón de la Selva: El soldado desconocido», en Rueca, México, 1948, reproducido en Repertorio Americano, XLIV, 1949, número 20.

    CHILENS Piet: «De oorlog die niet overgaat», capítulo 4 en el libro colectivo De verbeelding van de Westhoek, ed. Lannoo, Bélgica, 2000.

    DE LA SELVA, Salomón: El soldado desconocido, 2a edición de EDUCA (“Editorial Universitaria Centroamericana”), San José, 1971.

    DEVOLDERE, Luc: “The decorous Dead. The Great War revisited”, en la revista TLC (The Low Countries), Nº 8, publicación de la Fundación “Ons Erfdeel”, Rekkem, Bélgica, 2000.

    FIALLOS Gil, Mariano: Salomón de la Selva, poeta de la humildad y la grandeza. Apuntes para una biografía. León, Cuadernos Universitarios, 1963.

    OWEN, Wilfred : The Works of Wilfred Owen, The Wordworth poetry library, Londres, 1994.

    VALEMBOIS, Víctor: “Salomón de la Selva: ‘soldado desconocido’ en campos de Flandes” (ponencia para el “VII Congreso de Literatura, Universidad de Costa Rica” (octubre 1997), publicado bajo este título genérico por la Universidad de Costa Rica, 2000, pp. 325-330.

    WILLIAMS, Oscar : A Little Treasury of Modern Poetry, Charles Scribner’s Sons, New York, 3a ed. 1970.

NOTAS

(1) Se trata de Ernesto Guerra M., en “Aproximaciones a la poesía de Salomón de la Selva”, La Prensa Literaria, Managua, Nicaragua, 6 de setiembre de 1997.

(2) Me basaré en la segunda edición de EDUCA (“Editorial Universitaria Centroamericana”), San José, 1971.

(3) Como don Salomón, me enorgullece haber recibido todavía una educación clásica, con latín y griego. “Arma virumque cano” constituye el primer verso de la Eneida.

(4) Véase en la edición de EDUCA, el título de la «Primera Jornada». Aparte del idealismo, tiene que haber intervenido también el aspecto más bien económico.

(5)Véase el volumen 1, N.° 17, del 15 de abril de 1920, p. 257. En mi estudio “El cosmopolitismo de Joaquín García Monge: Bélgica en el Repertorio Americano” en Repertorio Americano, Revista de la Universidad Nacional, N.° 9-10, enero-diciembre 2000, pp. 19-42, visualicé la presencia de este poema como verdadero leitmotiv, explotado como tal por el inteligente Joaquín García cada vez que los aires bélicos volvían a aflorar. Este trabajo contiene un extenso anexo: Índice completo y comentado de referencias “desde y sobre Bélgica” en la revista costarricense dirigida por Joaquín García Monge, de 1919 a 1958”, en Repertorio Americano.

(6) Remito a mi estudio: “Marco Tulio Salazar, centenario ejemplo (a partir de un privilegiado nexo con Bélgica), publicado en Herencia, Costa Rica, vol. 17, nº 1, 2005, pp. 7-25.

(7) El dato es del dilecto historiador Carlos Meléndez y refiere a una velada poética de los años cuarenta, en la recién creada Universidad de Costa Rica.

(8) Pienso en el libro Paroles de Poulus, de reciente publicación en Francia (Edit. Librio, Radio France, 1998).

(9) El título en inglés es A very long engagement. Es francesa, dirigida por Jean-Pierre Jeunet.

(10) Véase respectivamente, pp. 75 (2 veces), pp. 115 y 141 (2 veces), de mi edición. El autor escribe «Primavera», con mayúscula, posiblemente influido por sus estudios muy recientes en inglés.

(11) Véase p. 12 en Mariano Fiallos: Salomón de la Selva, poeta de la humildad y la grandeza, Seminario de Investigaciones Centroamericanas, Departamento. de Historia y Geografía, Universidad de Costa Rica, (trae también la referencia «León, Nicaragua, 1963»). Reproducido en Educación (¿revista nicaragüense?), N.° 29, 1964.

(12) El profesor alemán Fritz Haber fue su funesto inventor y a la postre, en 1918 recibió por ello el Premio Nobel de química. En total unos 275.000 soldados quedaron fuera de combate con esa arma (por ambos lados, no necesariamente muertos). Información de la revista Knack, de Bélgica, el 16 de abril de 2003.

(13) La misma Enciclopedia Encarta por ejemplo cita indistintamente topónimos de Francia (Amiens, Neuve Chapelle, etc.) en confusión con belgas, concretamente flamencos (caso de Ypres y del río Yser).

(14) Véase, entre otros, en mis estudios en esta misma colección sobre Darío y Pallais y Bélgica. Estos coterráneos de don Salomón cometieron también varios errores geográficos, pese a que tenían cierto manejo del francés y no estaban bajo el terror de las balas.

(15) En la contraportada al libro de Owen: “All a poet can do today is to warn. That is why all true Poets must be truthful”.

(16) Ernesto Cardenal: «Salomón de la Selva: El soldado desconocido», en Rueca, México, 1948, reproducido en Repertorio Americano, XLIV, 1949, No 20, pp. 312-314. Cardenal repite después esos mismos disparates respecto de la relación obra-vida en Salomón de la Selva en Nueva Poesía Nicaragüense, Madrid, 1949. El libro El estrecho dudoso del mismo poeta contiene otras alusiones a Flandes.

(17) Véase Fiallos, citado, p. 16.

(18) Véase Don Sal (nombre cariñoso para Salomón) en Boletín Nicaragüense de Bibliografia y documentación, Biblioteca Central de Nicaragua, N.° 12, julio-agosto 1976, pp. 20-29: …em erro fundamental por se ter o autor, provàvelmente, basado em informacoes de segunda e terceira mao.

(19) Véase el poema «Noticias de Nicaragua» (en la Jornada IV), donde señala expresamente que Nicaragua entró en la guerra, cosa que efectivamente ocurrió en 1918.

(20) Para la ocasión, Salomón es otro Poeta en Nueva York, como Lorca, solo que en contraste con éste, hablaba inglés a la perfección y figura en más de una antología de por allá de poemas directamente en este idioma.

(21) Para darse cuenta de ello, basta leer a Margarita Yourcenar. Su nacionalidad francesa, pero su nacimiento y su visión de mundo, en la realidad de la histórica Flandes, traslucen por medio de dos estudios míos: 1) “Yourcenar: lo local (belga), en ella y en su producción”, en Revista Nacional de Cultura, N.º 42, diciembre del 2001, pp. 32-40; y 2) “Margarita Yourcenar: lectura global-universal de sus Memorias de Adriano, Espiga, UNED, Costa Rica, N.° 8, julio-dic. 2003.

(22) Refiero nuevamente a los artículos míos evocados antes en el contexto del cardenal Mercier y sus discípulos Jorge Volio y Azarías Pallais.

(23) Sobre el nacionalismo de los soldados-poetas, véase el estudio de Devoldere, citado en bibliografía. se refiere a «the English dead» (p. 20).

(24) Sobre esta relación entre Darío y Bélgica, véase en esta misma serie.

(25) Se usa como sustantivo y adjetivo. Según el diccionario Robert provendría de Alboche. Ignoro si el término “bocho”, para Volkswagen, usual antes en Costa Rica, deriva de lo anterior.

(26) Remito a un texto: “La Unión Europa bajo el eje franco – alemán”, publicado por la revista Relaciones Internacionales, de la Universidad Nacional, Heredia, Costa Rica, 2004. Allí estudio el papel clave de figuras como Adenauer y de Gaulle, quienes, habiendo también luchado en esas mismas trincheras de la Primera Guerra Mundial en bandos opuestos, aunaron esfuerzos para superar el eterno escollo de la guerra y contribuir a una Europa unificada.

(27) Este último, prácticamente contemporáneo de don Salomón, luchó en Bélgica, en la Primera Guerra Mundial. Su expresión je ne renierai pas Charleroi lo podía aplicar en paralelo el nicaragüense. Pero lejos de la postura humanista de este (incluso respecto de los alemanes), después el francés se volvió simplemente fascista pro-alemán en la Segunda Guerra. Enredado en sus propios mecates mentales, se suicidó.

(28) Recomiendo su lindo poema: Break of day in the trenches.

(29) Siendo yo estudiante en Lovaina, Bélgica, entre 1965 y 1969, el dueño del cuartito que alquilaba, a la postre primo de mi madre, había sido soldado raso, también en estas espantosas tumbas vivientes. Nunca olvidaré las evocaciones autobiográficas de este noble señor, sin mayor cultura académica, pero con una envidiable perspectiva fraternal, a pesar de los ataques con gases letales. Guardo en la memoria sus intensos y espeluznantes relatos que no dejan duda respecto de lo absurdo de la guerra. Al mismo, tiempo evidenciaron lo profundamente humano de ciertos beligerantes, más allá de ideologías y odios impuestos. Mis arraigados sentimientos antibélicos se los debo, en parte, a las evocaciones de este pariente lejano.

(30) Hasta en portugués hay un libro con este título, referido al aporte de este país en los mismos campos de Flandes: Mendo Castro y Antonio Rosas, La Lys, Os soldados desconhecidos, Ed. Prefacio, Lisboa, 2001.

(31) Véase pp. 344 -5 en el volumen A little Treasury of Modern Poetry, citado en bibliografía.

(32) My subject is War, and the pity of War. The Poetry is in the pity y a conscientious objector with a very seared conscience. Ambas citas provienen de la introducción a su libro, p. X.

(33) Elemento al que de la Selva no alude, pero que debe haber tenido un peso enorme en su postura, es lo que poco antes de su permanencia en las trincheras les tocó a cantidad de jóvenes ingleses, por negarse a volver a la trinchera, como él, después de un descanso: Her Majesty’s Frontline Court Martial con sede en Arras (Francia), a mediados de 1917, mandó fusilar “a la vista del enemigo” a 29 de ellos, como desertores. Ahora, después de las traumáticas experiencias en Afganistán e Iraq, se sabe que, esos jóvenes sufrían del síndrome ‘shell-shock’ (S.S.S) que en la vida civil se conoce como síndrome de estrés postraumático. (Post-traumatic-stress-syndrome: PTSS). El tema es de actualidad: “Un total de 147 efectivos militares se han suicidado en Iraq y en Afganistán desde el comienzo de la invasión a esos países (…). Si a eso se añade la cifra de los veteranos que se suicidaron tras regresar de las dos guerras y ser dados de baja, y que es al menos de 430, se llega a 577 suicidios en los seis últimos años. (…) Eso se puede cotejar con al menos 4.227 muertes de soldados desde el inicio de las invasiones: 3.840 en Iraq y 387 en Afganistán y áreas limítrofes.” (La Nación, Costa Rica, 01/11/2007).

(34) Jorge Boccanera: “Salomón de la Selva, Paradojas fulminantes de un poeta nicaragüense”, revista Hombres de maíz, Costa Rica, N.º 48, julio-agosto 1997, p. 25.

(35) Amighetti escribe en Repertorio Americano del año 1933 (vol. 27, N.° 6) un artículo con el título “Masereel”. Se trata de una especie de reseña de los libros Bilder der Gross-stadt, Sol y El libro de las horas, del grabador típicamente belga, señala el costarricense (que ha ejercido influencia en don “Paco” como se le conoce). Constan diversas alusiones a Brueghel y a Bosch. Refiero a todo ello en artículo para la revista Escena, Año 29, volumen 60, III-2007.

(36) En estos mismos años, como consta en siguiente artículo, en Repertorio Americano, de la Selva colaboró mucho en la misma revista, entre otros, en 1932, con una serie sobre el Horacio aludido (véase en mi siguiente texto).

(37) Edición original: Le silence de la mer, Editorial Albin Michel, en Livre de Poche, p. 25, 1951.

(38) En el Boletín Nicaragüense de Bibliografía y Documentación, Biblioteca del Banco Central de Nicaragua, N.° 12, julio-agosto, 1976.

(39) Véase el poema postrero de “Soldado desconocido”, evocado: (…) ¡ya echaréis nuevas ramas cuando vuelva abril!

Salomón de la Selva as a Soldier of the Great War

Luis Bolanos
Florida International University

New York Herald – On July 19th 1918, Salomon De la Selva was sworn into the British Service by Lieut. H. C. Ceswell at the British and Canadian Recruiting Mission located at West 42nd Street #220 to perform his military duties as Private 56478, Coy H in the 3rd Royal North Lancashire Regiment.

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At the beginning of May 1917, before the publication of his anthology, De la Selva felt that to enlist in the U.S. Army was a civic responsibility he could not refuse.

In a personal letter to his friend Amy Lowell he explains her that “again and again [he] tried to volunteer in any sort of Army service, including the Red Cross, Y.M.C.A., and what not,” but to his surprise, his every efforts proved unsuccessful. His next choice was to attempt to enlist in the French Foreign Legion, but he could not do so without a passport, because he needed to apply in person in Paris. He continues to explain that even though Mr. Liebert, who was the French Consul in New York City, had made the arrangements to send his passport to France, but “his Local Board (Mass. No. 1, at North Adams) stubbornly refused to grant [his] passport permit.” Salomon adds that the whole incident was not only exasperating, but also humiliating because he was forced “to explain to the Intelligence Department that the anonymous accusations about [him] being anti-American were pure humbug.” Still, the Army’s harassment did not end there. Salomon received a citation, which demanded his presence in order to face the charges raised against him. He says, “Apparently, the Army officers (a Captain Curtis, a Lieut. Valey and I don’t know who else) were sworn to get me. Lieutenant Valey informed me that the room into which I had been led in secrecy, I could be taken out and be shot and not a word of it known, [for this,] he said, ‘is war.’” De la Selva reports that the last question the Army authorities asked him was “Is there any reason why you should feel inimical to the United States?” To which he bravely replied, “Yes, that there are moments when I am made to feel not in the United States but in Germany.” De la Selva asserts that the Army’s investigation came about as a result of several anonymous accusations which indicated that he was an enemy of the United States.

A month later, in June 1917, Salomon’s draft application was finally accepted 1. However, Salomon’s small victory did not last for long because under General Pershing’s command, aliens who had not become U.S. citizens could not participate in the war efforts against Germany. Since the U.S. Army’s policies demanded aliens to naturalize, this implied that he had to renounce to his native Nicaraguan citizenship. Feeling that this was not an option for him because he was “savagely jealous of his Nicaraguan allegiance,” he decided to enlist in the British Army. Nevertheless, Salomon’s decision to join the British Army had a bittersweet aftertaste because he thought that his detractors might take it “as proof of [his] dislike for the United States: calumny has such a twisted tongue, [for] she can make the straightest thing awry.”

Since his maternal grandmother was a British citizen, the British Army had no problem in accepting his application. On July 19th 1918, Salomon De la Selva was sworn into the British Service by Lieut. H. C. Ceswell at the British and Canadian Recruiting Mission located at West 42nd Street # 220 to perform his military duties as Private 56478, Coy H in the 3rd Loyal North Lancashire Regiment 2.

Only ten days later after the swearing ceremony, on July 29th 1918, De la Selva boarded a train in New York bound to Boston and then changed trains in order to get to South Portland, Maine. Lowell’s written accounts provide additional data about De la Selva’s itinerary when she explains “she spent a hot hour in [Boston’s] South Station, trying to catch him as he passed through on his way to Fort Edward, but missed him” 3. From South Portland, he boarded a ship and crossed the ocean into Canada and remained stationed there for a month as Private in-training 5062 B.E.F in Fort Edward at Windsor, Nova Scotia.

On August 23rd, he embarked a British navy vessel and arrived in England on August 31st 1918. Salomon continued his military training in Felixstowe, Suffolk under the orders of Sgt. John Pierre Roche. Incidentally, Pierre Roche managed to publish an anthology of war-related, Modernist poems titled Rimes in Olive Drab on October 6th 1918 4. After a couple of months of training in England, De la Selva had at last his opportunity to experience war firsthand at the middle of October 1918, when his regiment disembarked on Belgium’s Flanders’ coastline. Since WWI officially ended on November 11th 1918, De la Selva’s war experience was relatively minimal because he only fought in the war trenches from the middle of October to the first half of November. Salomon’s regiment was at length demobilized on December 22nd 1918 and he probably had the opportunity to travel to Paris in the same month De la Selva was officially discharged from the military in the first days of January 1919.

After that, he established himself in London, and started to frequent the Metropolis’ literary meeting places. Salomon relates to Lowell how in one of those nocturnal perambulations around the city, he met Ezra Pound, whom he describes as “a funny fellow, merely funny. Had he really more life in him than he pretends to have, he’d be mad, which is a state of mind and heart to be lauded, whereas his pose, and I use the word advisedly, for though posing may be natural in him it is posing none the less, has a touch of the foolish that forces a derogation on his quality, which hurts [me] to find him so.”

My dear Mr. Pound:

My nationality is Nicaraguan, and I write verse in Spanish. Your translations from the Spanish (I remember especially a charming version of a child Jesus lullaby) have interested me a great deal. And as I am going back to New York to edit a Spanish Review (published in English) for the Hispanic Society of America (Asher M. Huntington, president), I desire to see you, if I may, and find out in which way you could care to consider becoming a contributor to the new magazine. And may I not express my wish to meet the literary people of London? So far, I know only the Meynells, who were extremely courteous to me; but like the stabler planets, they seem to move in a fixed plane, and but very seldom brush a comet or a shooting star. Will you not be my optic and reveal to me the frantic luminaries of London? You are their Saturn, I am told, and they take the madness from you.

Salomon de la Selva

Salomon continued to write and mingle with London’s literary elite through the end of March. On March 31st 1919, Salomon boarded the ship Mauretania on Southampton Port bound to New York City 5. On April 7th 1919, Salomon was back in the United States 6

NOTAS

  1. Salomon de la Selva’s registration card # 749 shows that he registered on June 5th, 1917 in the Army recruiting office located on 37 Williamstown, Mass..
  2. “Nicaraguan Poet Enlists, Writes Lines to Ancestors for Herald”. New York Herald, 19 July 1918.
  3. Damon, Foster. Amy Lowell: A Chronicle with extracts from her correspondence. Boston: Houghton Mifflin Co, 1935.
  4. Roche, John Pierre. Rimes in Olive Drab. New York: R.M. McBride & co, 1918.
  5. U.S. Immigration records show that the S.S Mauritania departed from Southampton Port on March 31st 1919 and arrived to New York City on April 7th 1919, with 30 ex-soldier passengers on board: 28 aliens and 2 U.S citizens, including Salomon De la Selva.
  6. While De la Selva lived in New York City in 1919, he resided at 115th West 97th street.

Salomón de la Selva en la red

Emilio Quintana Pareja
Estocolmo, Suecia

Salomón de la Selva usaba muchos pseudónimos. Se han contabilizado más de 25, pero es muy posible que haya más. Enlaces sobre la figura y la obra de Salomón de la Selva que están disponibles en la red

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  • Arellano, Jorge E.: «Salomón de la Selva y la otra vanguardia» [pdf] Anales de literatura hispanoamericana, 18, 1989, 99-103.
  • Henríquez Ureña, Pedro: “Salomón de la Selva”. La Habana, El Fígaro, 6 de abril de 1919, año XXXVII, número 12.
  • Quintana, Emilio: «Salomón de la Selva en la revista Cervantes« [wiki]
  • Tünnermann Bernheim, Carlos: “Relaciones literarias entre Pedro Enrique Ureña, Rubén Darío y Salomón de la Selva”. La Prensa Literaria, Managua, 16 marzo 2002.
  • Urtecho, Alvaro: «El doldado desconocido de Salomón de la Selva: Una experiencia de vanguardia». El Nuevo Diario, Managua, 22 julio 2000.
  • Valle-Castillo, Julio: «Salomón de la Selva y/o una poética americana de vanguardia». El Nuevo Diario, Managua, 1 abril 2000.
  • Zepeda-Henríquez, Eduardo: «Desconocida herencia modernista en El soldado decsonocido« [pdf]
  • Poemas de la edición en Madrid, Signos, 1993.
  • Un artículo de Andrés González-Blanco en la revista Estudio: “Teixeira de Pascoaes y el saudosismo” (1917)

    Andrés González-Blanco
    Nota introductoria de Antonio Sáez Delgado
    Universidad de Evora

    Reproducimos a continuación el artículo que el encendido lusófilo Andrés González-Blanco dedicó a Pascoaes y al Saudosismo en la revista Estudio de Barcelona en 1917. En él establece un diálogo, basado en su contemporaneidad cronológica, entre el Futurismo de Marinetti y el Saudosismo, del que presenta sus fundamentos étnicos, históricos y filológicos, así como su influencia en la literatura y la política y sus vínculos con España, en un amplio texto potr el que circulan los nombres de Francisco Villaespesa –tan próximo al espíritu lusitano en libros como Viaje sentimental (1909), Saudades (1910) o en los poemas inéditos hasta su muerte La Quinta de las Lágrimas- o del propio Fernando Pessoa.
    Sin embargo, lo más interesante de este texto (además de poner lúcidamente en confrontación y diálogo dos conceptos tan distantes a priori como Futurismo y Saudosismo) es la crítica abierta que realiza González-Blanco del cierto carácter integrista que cobra a sus ojos el Saudosismo de Pascoaes, a quien se atreve a calificar como “un pensador, a ratos genial, a ratos trivial” cuando se refiere a la exclusividad portuguesa del término y del concepto de saudade. En esta línea de pensamiento, y tomando como base el argumento étnico de Pascoaes que fragua el Saudosismo en el cruce de las sangres aria y semita en el origen de la raza lusitana, González-Blanco reclama también ese mismo componente para todos los pueblos ibéricos, reivindicando al autor de Os poetas lusiadas un sentimiento de saudade común al espacio ibérico.
    De hecho, el autor no traduce nunca la palabra “saudade” en sus versiones de poesía portuguesa, exactamente igual que hace Fernando Maristany. Creo firmemente que la tentativa que esboza en estas páginas González.-Blanco de aproximación al concepto de saudade como tronco común de los pueblos ibéricos se fundamenta, además de en la poesía de Maristany, en la de otros numerosos poetas del Novecientos español, en cuyos versos (pienso en los Poemas de provincia de González-Blanco, en Juan Sierra, en Pimentel, en algunos libros de Enrique Díez-Canedo o de José del Río Sáinz (rezuma esa sombra de la saudade a la que se unieron, utilizando expresivamente esa misma palabra, el Rubén Darío de Impresiones y sensaciones, el González-Blanco narrador, Villaespesa en sus poemas y el propio Ramón Gómez de la Serna en sus conocidas novelas portuguesas, entre otros.
    Anecdóticamente, hay que destacar que esta es la primera vez, al menos que sepamos hasta el momento, que aparece nombrado el nombre de Fernando Pessoa en un medio español, concretamente en un texto crítico de una revista literaria de Barcelona –si no tenemos en cuenta los textos publicados en Galicia, especialmente como consecuencia de la recepción de la revista Orpheu, aún en 1915. La alusión de González-Blanco a Pessoa como crítico literario del saudosismo se basa en los artículos que publicó en 1912 en A Águia.

    Referencia:

    Andrés González-Blanco: “Teixeira de Pascoaes y el Saudosismo”. Estudio, nr. 57, Barcelona, 1917, 391-414)

    Saudosismo y futurismo

    Casi sumultáneamente con la aparición de los manifiestos futuristas, cuando hervía en las calles de Venecia, de Trieste y de Turín la protesta sucitada por las exageraciones de Marinetti, y de sus epígonos Paolo Buzzi, Enrico Cavaccioli, y Gian Pietro Lucini, germinaba en Portugal un movimiento de idéntica naturaleza, aunque de orientación absolutamente divergente: el saudosismo, que los mismos futuristas designarían con el híbrido, feo y galicista título de paseismo.
    Le paseisme llama, en efecto, Marinetti en su libro-programa El futurismo (publicado en edición francesa en París, en el año 1911) al culto del pasado, al estéril y platónico tributo rendido a las generaciones pretéritas. Aquí, en castellano un poco más puro, aunque algo más pedantesco, podríamos llamarlo el preteritismo. Marinetti lo ha anatemizado en palabras elocuentes, pero injustas, viendo en él la decadencia de un pueblo y el estancamiento de una literatura. La admiración al pasado puede tolerarse (sostiniene pontificalmente Marinetti) en los moribundos, los inválidos y los presos. “Para ellos la admiración al pasado es un bálsamo a sus heridas desde el momento en que les está vedado el porvenir. Pero ¡no para nosotros, los jóvenes, los fuertes y los vivaces futuristas!” .
    Como antídoto a este veneno del paseismo (sígase empleando el hórrido barbarismo para darle mayor eficacia) Marinetti ha recomendado a sus amigos los pintores y poetas futuristas la destrucción de bibliotecas y museos y toda suerte de reliquias del tiempo pasado. “!Adelante los buenos incendiarios de dedos carbonizados! ¡Aquí, aquí! ¡Quemad con el fuego de vuestros rayos las bibliotecas!… ¡Desviad el curso de los canales para inundar los sótanos de los museos! ¡Que naden aquí y allá los lienzos gloriosos!… ¡Mano a las piquetas y a los martillos! ¡Socavad los cimientos de las ciudades venerables!…”
    Claro es que esto viene a ser el trompetazo heroico, la carga impetuosa de caballería para enardecer a los neófitos, ya que en otros momentos, bajo un signo zodiacal más apacible, el nuevo Omar de Milán ha depuesto algo sus ardores; y así, por boca de su abogado defensor Cesare Sarfatti, que le sacó a flote cuando hubo de habérselas con la justicia por la publicación de Mafarka el futurista, atenúa y palía un poco las ardorosas declaraciones del Primer Manifiesto futurista. Cuando trata de explicar el desdén al pasado, el abogado Sarfatti, que en el curso de su escrito de defensa se ha declarado paladinamente futurista (io lo sono per intero), se expresa de esta suerte: “No queremos los futuristas destruir las iglesias, los museos, las obras de arte; queremos destruir aquel culto del pasado que constituye un obstáculo en la vida artística, científica, literaria, política, italiana; queremos destruir esa especie de lacra senil por la cual en todos los concursos es preferido el más anciano, en paridad de méritos, mientras un país joven debería preferir al más joven. Queremos destruir una tendencia por la cual un pedazo de leño, solamente porque es antiguo, es digno de veneración. Queremos destruir, no los museos, sino tantas cosas feas, tantos desechos como los museos contienen. Delante del León X de Rafael o el Juicio Final de Miguel Angel o una Madonna del Beato Angelico, no cogeremos la tea para incendiar, la piqueta para destruir… No; futuristas, pasadistas, presentistas, estamos todos reunidos en la adoración de lo bello…” (Véase F. T. Marinetti: Distruzione.- Poema futurista col processo e l´assoluzione di “Mafarka il futurista ; pág. 96.- Edizione futurista di “Poesia”. Milán, 1911.)
    Martinetti, no obstante, vulve a reaccionar y en unas Conclusiones futuristas a los españoles con que nos regaló y que publicó aquí la revista Prometeo, vuelve a anatemizar “el tradicionalismo, es decir, el culto metódico y estúpido del pasado, el inmundo comercio de las nostalgias históricas, que hace de Venecia, de Florencia y de Roma las tres últimas llagas de nuestra Italia convaleciente” (El futurismo; edición española, págs. 175 y 176).
    ¿Qué semejanza puede haber, pues, entre el futurismo proclamado por Marinetti en Italia y el saudosismo que predica, como nueva cruzada lusitana, Teixeira de Pascoaes en Portugal, desde el año 1912? Semejanza de fondo, de orientación, de tendencia, ninguna; antes bien antagonismo irreductible. El mismo Teixeira de Pascoaes habla del futurismo con sobrado desdén en uno de sus más jugosos folletos polémicos: “En Italia nótase también un movimiento literario, aunque orientado por un restringido ideal de progreso, en el frío y metálico sentido de la palabra. Refiérome al futurismo. Cantos del motor. Aeroplanos. Versos eléctricos ¡son títulos de poemas! ¡Ved hasta dónde llega la obsesión científico-industrial! ¡Oh, pobre Musa futurista, tu mirada es un brillo de barniz en pupilas de cristal!… Paseas al vapor entre nubes de polvo, en tu férreo cuerpo estridente, vestido de reclamos comerciales” .
    Sin embrago, hay grandes puntos de contacto entre ambos movimientos literarios: el futurismo, o marinettismo, impulso hacia nuevas formas de arte, aspiración clara, azul, mediterránea, y el saudosismo, o teixerismo, más vagoroso, más sugestivo, menos nítido, impregnado de la dulce niebla de la tierra portuguesa. Ambos parecen envolverse en un manto negativo, de destrucción de los viejos ídolos literarios, de desenvoltura iconoclasta hacia los precursores, de desdén por toda forma literaria que no sea la suya peculiar. Y no obstante, en el fondo, ambos movimientos son afirmativos, creadores, constructores, renovadores…
    Las pintorescas y egolátricas frases de Marinetti en el prefacio-dedicatoria de Mafarka el futurista revelan bien a las claras cuál es el sentido afirmativo de la tendencia futurista: “Esta novela es polifónica, como nuestra alma. Es a la vez un canto lírico, una epopeya, uan novela de aventuras y un drama… Soy el único que ha osado escribir esta obra maestra y a mis manos morirá un día cuando el esplendor creciente del mundo haya igualado al suyo y lo haya hecho inútil”. Y cuando habla de su antecesor inmediato, d D´Annunzio, bien claramente advierte que, aún deseándole convertir al futurismo, le respeta como figura literaria, con su gesto inicial de precursor. “Gabriele d´Annunzio nos sigue de lejos, como paseista convertido, sin tener el valor (bien entendido) de renunciar a su innumerable clientela de erotómanos enfermizos y arqueólogos elegantes” .

    ¿Qué es el saudosismo?

    Ante todo, para advertir las similitudes de orientación, convendrá saber lo que es uno y otro movimiento. ¿Qué es el futurismo? Un movimiento de reacción contra la literatura encopetada y académica, contra el lugar común retórico, contra el culto al pasado, contra la adoración idolátrica hacia los modelos clásicos y, por último, contra la Italia oficialq ue consintió en soportar la humillante presión del tacón militar austriaco en Trieste y en Fiume y que no supo crear un nacionalismo fuerte y vigoroso, sin agresiones fanfarronas, pero sin resignación a todos los vilipendios . Esto representa el futurismo; en literatura, el espíritu revolucionario, hostil a todas las normas clásicas y a todas las rebeldías románticas de oropel, de encargo, de simulación; en suma, podría definirse el futurismo por analogía como se definió el romanticismo: el liberalismo en literatura… En política, el futurismo representa la actitud ofensiva hacia Austria, la posición antimonárquica un poco condicionada (algo semejante a la del reformismo aquí, mutatis mutandi), la guerra al clericalismo y a la explotación industrial de Italia como estación de turista y alcoba de las parejas amorosas del mundo entero. El mismo Marinetti nos lo expondrá más explícitamente en la especie de programa político del futurismoq ue formula ante el trono italiano:
    “La monarquía italiana ¿va a colaborar con nosotros a la realización del gran sueño? Nos permitimos dudarlo, porque no quiere salir de ese papel pacífico, puramente honorario y decorativo, que conserva desde el día en que Mazzini, Garibaldi y Cavour le ofrecieron nuestra península independiente y unificada. Por eso no reconocemos a la monarquía ningún derecho directo sobre la nación, sino deberes urgentes que debe cumplir, so pena de desaparecer antes de que haya llegado su hora.

    1º. La monarquía italiana debe, ante todo, consolidar el orgullo nacional preparando la guerra.
    2º. Debe romper la Triple Alianza, lazo vergonzoso que nos tiene atados, a pesar nuestro, a nuestro único enemigo: Austria.
    3º. Debe enterrar y barrer a nuestro más grave enemigo interior: el clericalismo; y desembarazar nuestra capital del Vaticano.
    4º. Debe reconstituir a Roma sobre un doble podería industrial y comercial y libertarla de esa deshonrosa y aleatoria industria de lso extranjeros.

    Observad que al afirmar estas verdades no somos los portavoces de los socialistas ni de los republicanos. Todos los partidos políticos italianos están hoy podridos de oportunismo y de cobardía; nosotros somos el desinfectante futurista, el ácido corrosivo revolucionario. Concebimos la república, no como un fin ideal y definitivo, sino como una forma de gobierno transitoria, que sucederá fatalmente a la monarquía y nos permitirá ir más lejos” .
    El saudosismo a su vez representa el intento de reintegración de Portugal a su vida genuina y autóctona, la reincorporación en su papel de pueblo histórico, la sacudida del yugo del constitucionalismo francés y del romanismo . Teixeira de Pascoaes ve en el saudosismo, ante todo, una regresión al Portugal histórico, una liberación de la influencia de tutelas extranjeras. Portugal extranjerizado es lo que él abomina y detesta. Desea que brote de la nueva era lusiada el Portugal autóctono, no infectado de constitucionalismo francés; al modo como en la Guerra de la Independencia, para repeler la agresión napoleónica, brotó nuestra ingenua u nativa espontaneidad peninsular. ¡Lástima que no pudiera lograrse esta restauración de toda la gran Iberia histórica!… Pero está escrito que lo que por la sangre está unido solo con la sangre se separa y –lo que es más doloroso- sólo con la sangre y la opresión se vuelva a unir. Lo mismoq ue vínculos muy tenues aglutinan e integran los diversos pueblos en una misma nacionalidad, diferencias muy tenues los separan y dividen por siglos. El caso de Suecia y Noruega es típico a este respecto. No comparemos –comparaison n´est pas raison- pero hagamos un punto de meditación.

    Fundamentos étnicos, históricos y filológicos del saudosismo

    No es un puro declamador ni un retórico, Teixeira de Pascoaes. Es un pensador, a ratos genial, a ratos trivial, y trata de fundamentar su doctrina. Teixeira de Pascoaes arranca de una base etnográfica para definir el saudosimo. La Península Ibérica ha sido poblada por dos grupos de pueblos “de los cuales descienden los actuales castellanos, andaluces, vascos, catalanes, gallegos y los portugueses” . Una de las ramas étnicas diferenciadas por caracteres de naturaleza física y moral, es la aria –griegos, romanos, celtas, godos, normandos, etc.; -la otra es la semita –fenicios, cartagineses, judíos y árabes. El ario creó la civilización griega, el culto de la forma, la armonía plástica, el paganismo; el semita creó la civilización judaica, el culto del Espíritu, el Viejo Testamento, la Unidad Divina, el Cristianismo que es la suprema afirmación de la vida espiritual. “El ario concibió la Belleza objetiva. El Dios del ario es el sol fijando y detallando las actitudes, las líneas, las formas voluptuosas; la Divinidad de los semitas es el astro de la noche, la luna diluyendo en sombra espiritual los aspectos corpóreos de las cosas y los seres. El ario cantó en las cumbres del Parnaso la verde alegría terrestre; el semita glorificó en los cerros del Calvario el dolor salvador que eleva las almas hacia el cielo”. Abreviando: el ario trajo a Iberia el paganismo, y el semita el cristianismo.
    La teoría de Teixeira de Pascoaes es bien acomodaticia, pues según los prolegómenos que fielmente he expuesto, el saudosismo originario de la fusión de los elementos arios y de los elementos semitas, no es exclusivo de Portugal y conviene a todos los pueblos ibéricos. La saudade es, de hecho, como palabra, una creación lusitana; mas el sentimiento que informa esa palabra es patrimonio de todos los pueblos de Iberia donde han encarnado las dos fuertes razas arias y semíticas. Un poco prematura es, pues, decidir, como decide Teixeira de Pascoaes, que “aparte de algunos hechos de naturaleza histórica, hay un hecho de naturaleza psicológica, el cual demuestra que las sangres de aquellas dos razas se cruzaron en partes iguales cuando dieron origen a la raza lusitana, que es, de esta forma, la más perfecta síntesis de las antiguas ramas étnicas”.
    ¿No podría aplicarse esta fórmula de psicología colectiva al sur de España, por lo menos, a la Andalucía donde aparecen tan fusionados los elementos semita y ario? ¿No hay una perfecta equivalencia en vegetación, terreno, constitución craneana, costumbres, carácter. Modalidad psicológica entre las gentes que pueblan el sur de España –más bien el sudoeste- y las que pueblan el sur de Portugal, la región de los Algarves, especialmente? Si hay alguna diferenciación, será la diferenciación que ha establecido una historia diferente. Autóctonamente, quitado el lastre de varios siglos de separación, los habitantes de estas dos comarcas son idénticos; pertenecen a idéntica raza y ostentan los mismos caracteres étnicos.
    La prueba está en que las investigaciones etnográficas no han establecido diferencias entre el sur de España y el sur de Portugal . La prehistoria ha respetado una semejanza que en vano la Historia trata de borrar. Estaremos definidos como dos nacionalidades diversas, pero no estamos definidos como dos pueblos distintos.
    Todo ello prueba que la historia se ha empeñado en separar lo que el destino había querido que estuviera unido. Y a fe que consiguió separarlo, porque ¿cómo dos pueblos resisten por varios siglos, ni siquiera por años, al esfuerzo tenaz y constante de dinastías suicidas, políticos y estadistas desacertados, que traten de separarlos? Entre España y Portugal no hay disentimiento fundamental, no hay diferencia substancial, no hay línea divisoria de raza; y, sin embargo, debiendo estar indisolublemente unidos, permanecemos separados.

    Españolismo y portuguesismo

    Y si unidos estuviéramos por el vínculo de la fraternidad política y literaria, ya que separados estamos por las fronteras territoriales, aún podría llevarse con paciencia la separación; pero estamos separados de una y otra manera, irreductiblemente, en lo político, en lo geográfico, en lo literario. Un escritor catalán residente en Portugal y que publicaba sus libros en portugués, escribe: Como se estivessem distanciadas por milhares de leguas, as duas nações ibéricas vivem uma ao lado da outra desconhecendo-se mutuamente , o como dijo en pintoresca frase doña Emilia Pardo Bazán, “son como dos familias que, viviendo en la misma casa, al encontrarse en la calle, ni siquiera se saludan” .
    Claro que no es el mejor camino para unir dos pueblos lanzar temerarias insinuaciones como las que el señor Teixeira de Pascoaes lanza en alguno de sus folletos. Habalndo de nuestro don Miguel de Unamuno y de la interpretación que da al quijotismo español (o quixotismo resurge animado pelo genio de um homem que se chama Miguel Unamuno; Cervantes encontrou o seu Profeta, o verdadeiro interprete do seu pensamento) advierte así a sus compatriotas: Extranho Deus a força de ser homem (Don Quijote). El vendrá a salvar a España. Y los portugueses no deben perder de vista a Don Quijote. Su lanza puede volverse contra nosotros. A sua lança pode voltar-se contra nós .
    No es éste ciertamente el buen camino del iberismo. Menos aún lo es aquella otra pretensión, un poco bufa y grotesca (dígase con todo respeto) de designar Galicia como una Alsacia portuguesa. Esto ya rebasa los límites de lo tolerable. Cuando atribuye la saudade al pueblo portugués como su característica, añade que es también atribuíble a Galicia, porque Galicia es un pedazo de Portugal bajo las patas del león de Castilla. A Galiza é um bocado de Portugal sob as patas do leão de Castella. A Galiza é a nossa Alsacia! .
    A más de inconveniente, esto es inexacto; tanto valdría decir que el Rosellón es la Alsacia de Cataluña o los Algarves la Alsacia de Andalucía. Con ese acomodaticio criterio el mundo está poblado de Alsacias irredentas. Y si volvemos la oración por pasiva y tomamos el punto de vista del señor Teixeira de Pascoaes ¿no sería Portugal una enorme Alsacia y Lorena que España dejó perder y a la cual por debilidad nunca suspiró en revancha justa?…
    Mas este punto de vista, sólo accidental y traslaticiamente lo he señalado. Ni la fobia hispana ni la fobia lusitana son planos en que podamos situarnos para enfocar el iberismo. En esto digo con Navarro y Monzó: Podem preconceitos atavicos despertar velhos sentimentos de hispanofobia, podem aberrações intellectuaes de enthusiamo pueril por povos exoticos dar lugar a declamações odientas contra os aliados naturaes da nação portuguesa nas grandes luctas de raças que o seculo XIX previu e que o futuro nos prepara, mas que alguem, con animo sereno e raciocinando um pouco, sustenha que as relações entre os dois reinos da peninsula devem continuar sendo o que são, e impossivel .
    ¿Qué necesidad tiene el señor Teixeira de Pascoaes ante sus patrizios, que ya de por sí andan muy predispuestos a creer a pies juntillas en todo lo que de allende Badajoz venga de truculento y agresivo, de agitar el fantasma do perigo hespanhol, para dar vida intensa al renacimiento lusitano? O genio portuguez, en su expresión filosófica, poética y religiosa, cifra toda su grandeza en el hecho de ser independiente, no en el de ser antagónico al pueblo español. Si el mismo señor Teixeira de Pascoaes nos caracteriza diciéndonos que “en el pueblo español domina la sangre semita que lo tornó ferozmente espiritualista, violento y dramático” , ¿por qué busca irreductibles antinomias en expresiones geográficas que carecen de todo valor y que sólo las guerras de conquista y de invasión y de rapiña han consolidado? Si a las síntesis geográficas nos atuviésemos, ¿se nos tacharía de soñadores y de inexactos a los españoles si proclamásemos que España es una nación mutilada, un organismo nacional, al que se le han amputado miembros muy principales de su cuerpo, desde el momento en que no abarca Portugal?… Pero a más de ser indelicado con nuestros vecinos ¿no sería quizá inoportuno en un estudio sociológico o de alta crítica literaria?
    Igualmente inoportuna –sed non erat hic locus- resulta ese explosivo trompetazo del señor Teixeira de Pascoaes sobre Galicia-Alsacia, en medio de un estudio sereno y puro, de la índole de los estudios que en Alemania organizó Lazarus, de la Völkerpsychologie…
    A menos que el señor Teixeira de Pascoaes nutra esperanzas locas de revancha y aliente en su seno las víboras de un chauvinisme a semejanza del de Maurras en Francia, que tendría doble tacha, la de ser copia y la de resultar bufo, pues las revanchas que en una nación fuerte pueden llegar a ser un ideal nacional, en una nación chica y desmedrada resultan grotescas. ¿O es que, bajo la capa rota del fadista, del cantor del saudosismo, del sentimentalista quiere el señor Teixeira de Pascoaes que anide y se oculte el aborrecedor del castellano, el chauviniste de la Avenida da Liberdade?… Sería entonces llegado el momento de que nosotros estimulásemos al pueblo español dormido y entonces… señor Teixeira de Pascoaes, à la guerre comme à la guerre.- Y no quiero reforzar mi argumento con aquellas desalentadoras expresiones de João da Ega en aquella escena pintoresca de Os Maias –durante la comida en casa de Cohen- que (no me lo negaría el señor Teixeira) son depresivas para sus paisanos. Me redargüiría él que Carlos de Maia y Cruges y el mismo Cohen y sobre todo el romántico poeta Thomas de Alencar rebaten las pesimistas y desalentadoras paradojas de Ega; pero es evidente que si ellos representaban un grupo de opinión portuguesa también Ega –y a su modo grotesco, bufo y desatinado, el clubman Dámaso Salcede- representaban otro grupo de opinión portuguesa, por lo menos de la época en que el gran Eça de Queiroz escribía su novela.
    Pero no tema, señor Teixeira de Pascoaes, ni nos acordaremos de la conversación del gran Ega, ni como el mayor Bratt, que dizia coisas perfidamente desagradaveis para Portugal , incubaremos un nidal de envidias a sus colonias; pero es a condición de que ellos no evoquen Aljubarrota todas las mañanas, ni nos hablen de que Galicia es su Alsacia, es decir, la tierra irredenta que han de recobrar.- Fica entendido, Sr. de Teixeira? –En lenguaje diplomático, para prestarle mayor solemnidad, se ha de contestar: – C´est entendu!…

    La esencia del saudosismo

    Cuando el señor Teixeira de Pascoaes abandona el tono de fulminación antiespañola y deja las estridencias de la reivindicación galicio-alsaciana, hay en él un encanto de sinceridad que atrae y una fluidez de prosa que cautiva. Cuando se siente netamente portugués, es cuando está elocuente. “Queremos un Portugal portugués y, al mismo tiempo, humano. Queremos nuestra patria de acuerdo con el Pasado y con el Futuro, clavando las raíces en la noche de la Recordación para florecer a la luz de la Esperanza y crear su obra espiritual, religiosa, obra de amor y sacrificio” .
    Según el señor Teixeira, el alma lusitana pocas veces se ha revelado en su plena espontaneidad, ahogada como ha estado por influencias extranjeras. La desnacionalización de Portugal, su descastación paulatina y sorda, data del día en que unos lusitanos romanizados, mercenarios, vendieron a Roma la vida de Viriato, o simbolo mais antigo da nossa independencia .
    Fórmase después la nacionalidad portuguesa. Viriato revive en Nun Alvares, Vasco de Gama, Alfonso Henriques. Es la época de la lucha heroica por la integración de la personalidad lusitana. El genio lusitano se revela bajo su doble aspecto aventurero y descubridor, que le asimila con el genio hispánico, pero con diferenciaciones características. Según Eça de Queiroz, la característica del genio aventurero portugués es la cautela, la prudencia, cierto influjo italiano que lo liberta del exceso de quijotismo español. “En Portugal hay más serenidad en la fuerza; el carácter portugués es más semejante con el carácter italiano; nuestros sabios, nuestros navegantes, nuestros descubridores tenían más lucidez del tiempo de Galileo que la fe del tiempo de Dante; las navegaciones son prudentes” .
    Al espíritu aventurero agrega el señor Teixeira de Pascoaes como característica portuguesa el temperamento mesiánico, ese soplo de sebastianismo que, según el mismo Eça, late en el fondo del alma portuguesa . E no Infinito onde subeu, a Aventura, feita de Messianismo, penetrou-se de vigor celeste; e, rasgando o nevoeiro de manhã sebastianista, reaparece na terra de Portugal, vestida espiritualmente con luz do sol .
    Manifiéstanse estas características en el ciclo heroico portugués, en la era lusiada que ahora quiere renovar el señor Teixeira. Mas surge entonces la influencia española, la incautación hispánica del alma portuguesa; -sugiere el señor Teixeira (yo diría: la natural supremacía de un pueblo de más habitantes y que entonces estaba en el culmen de su gloria) y entonces los extranjeros vienen, no vestidos a la romana, sino vestidos a la española. El espíritu portugués cae por fin derrotado aos pés intrusos dos Filipes, según frases del señor Teixeira. Reaparece, não ainda em corpo vivo, mas en phantasma de nevoeiro, a Saudade luctuosa, a travez das suas lagrimas, visiona o Desejado. Os seus olhos perdem-se na neblina do mar que desenha vagamente, ao longe, a ilha do Encantamento. E a voz de profecia no Bandarra e divina eloquencia em Vieira .
    El período pombalino es, según el parecer de Teixeira de Pascoaes, el esfuerzo de un hombre aislado, la lucha de una personalidad poderosa, “pero distante del pueblo que comprendió y sintió mal”. Exacto; y hasta tiene una analogía singular con el período de nuestro Carlos III, asesorado por Floridablanca y el Conde de Aranda; Campomanes o Jovellanos más tarde representan en España algo idéntico a Pombal en Portugal; individualidades poderosas que luchan por imponer su criterio europeo a una masa atrasada. De ahí lo efímero de la obra del marqués de Pombal, como de la obra de nuestros europeístas anticipados a su época.
    Desde 1820, el alma lusiada enmudece. “La casta extranjerizada alcanza su mayor predominio, principalmente en la política y en la literartura, con raras y gloriosas excepciones, como el Frei Luis de Souza, de Garrett”. Durante todo el siglo XIX se acentúa cada vez más la influencia francesa. En política, impera el constitucionalismo a la francesa, que hace reclamar al padre del mismo Teixeira de Pascoaes, en las postrimerías del siglo, un día, en 1898, en pleno Parlamento: Morremos de envenenamento constitucional!… grito que recuerda el “morimos de empacho de legalidad” de nuestro Ruiz Zorrilla.

    El saudosismo en literatura

    En literatura las modas venían de Francia, como a España, aunque en Portugal, por el mayor contacto comercial y diplomático, aún llegaran ciertas corrientes del pensamiento británico. Pero lo francés era lo predominante. Eça de Queiroz ha escrito un artículo titulado O Francezismo que ha sido recopilado en su libro póstumo titulado Ultimas páginas, y en él dice, entre otras cosas peregrinas e irónicas, lo siguiente, muy significativo: “En todo el tiempo que vagúe por las márgenes del Mondego, creo que no abrí un libro portugués, a no ser, en vísperas de examen y con infinita repugnancia, la Novísima Reforma Judicial. Mas conocía, como todos mis amigos, cada novelista, cada poeta francés, no sólo en su obra, sino en su vida, en sus amores, en sus tics y en su estado de fortuna…”.
    La liberación de la influencia exótica en literatura y en política, es uno de los intentos más nobles y laudables del saudosismo. En literatura, quiere crear un arte portugués que no reciba emanaciones extranjeras; desea también hacer que renazca la pintura portuguesa, la escultura, la música, la arquitectura genuinamente lusitana. En escultura, el arte portugués ya ha dado una obra maestra y sintética: O Desterrado, de Soares dos Reis, que es un símbolo de la raza; O Desterrado é a Esfinge da Raça no recanto esquecido dum esquecido Museu municipal. Soares dos Reis es “el precursor de los actuales poetas, el precursor del verdadero arte lusitano” .
    En pintura, Cervantes de Haro (a quien Teixeira de Pascoaes llama “la más bella esperanza del arte portugués”) y Antonio Carneiro anuncian el nuevo arte. En música, el Orfeón de Oporto y el de Coimbra, dirigidos por Antonio Joyce y Fernando Montinho, realizarán la forma armónica del saudosismo. En literatura, el grupo de la “Renascença Portuguesa” que acaudilla el señor Teixeira de Pascoaes, y que integran poetas como Jaime Cortesão, Augusto Casimiro, Mario Beirão, Alfonso Duarte, y prosistas como el Vizconde de Villa-Mora, creará una nueva prosa y una nueva poética e infundirá a ambas un nuevo sentido espiritual. Hasta tiene su filósofo el saudosismo: Leonardo Coimbra, con su teoría del creacionismo, que define el conocimiento de las cosas compuesto de dos elementos, como la saudade, de espíritu y de materia… Y no cabe duda que el saudosismo va creando ambiente e influyendo en la opinión portuguesa y formando un género nuevo de lirismo que, abandonando “el eterno rumor de las faldas de Elvira” (como decía Eça de Queiroz en A Correspondencia de Fradique Mendes) se inspira en el amor de la patria y en la exaltación de los héroes nacionales.
    Aun recientemente en su Oracão à Patria, el nuevo poeta João de Barros que posee “la vehemencia de Junqueiro, la emotividad ampliamente humana de Cesario Verde y que es del linaje del gran Camoens” –según el sentir del escritor lusófilo Phileas Lebesgue – canta los futuros destinos de una patria tan noble como la patria portuguesa, que quiere renacer a los sueños de grandeza y volver a reinar en el mundo…
    Entre los nuevos poetas destacan Manuel de Silva Gaio –que en las Cancões do Mondego cantó la belleza del suelo natal, y ahora en Chave dourada (Renascença Portuguesa; Oporto, 1917) exalta el pasado para proclamar la necesidad del sacrificio; Cándido Guerreiro, cantor regional del Algarve, que en sus sonetos algunos puramente religiosos, entronca con el parnasianismo de Antonio Feijoo; João Amaral, Alberto Monsaraz, Alberto Monforte, João de Lebre e Lima, que en su Livro do Silencio paga su tributo a Lopes Vieira y a Eugenio de Castro, pero manteniéndose íntegramente personal; Vaz Passos, cantor naturalista (Terra fecunda Livro do sol, da terra e da vida), y Luis Coelho, inspirándose en el folklore lusitano y alentando ahora cual nuevo Tirteo a los hijos caballerescos de Lusitania que van a los campos de Francia (Espelho do Ceo; Renascença Portuguesa ; Oporto, 1917).
    Y en todos ellos, como véis, palpita un lirismo nuevo; hasta los que no son adeptos del saudosismo, los que no están afiliados, se inspiran en las normas poéticas que el saudosismo ha promulgado. Jaime Cortesão acaba de escribir su libro O Infante de Sagres; drama épico y fatalista, representativo de la grandeza del antiguo Portugal, de los viejos y austeros navegadores –quando nós tinhamos navigadores!, como dice melancólicamente el Teodoro de O Mandarim, de Eça de Queiroz- sobre los cuales gravita la corneliana figura de Don Henrique, alma de hierro, cruel a fuerza de amar, su vocación patriótica, incorruptible en su abnegación por la patria, vacilando entre el amor y la piedad fraternales y la devoción a su país; porque el desastre de Tánger le plantea el conflicto de la pérdida de Ceuta o el martirio de un hermano querido. El Infante no cede y hasta rechaza al sacerdote que viene a exhortarle al arrepentimiento…
    He aquí un nuevo concepto del teatro poético puesto en vigor por el saudosismo. El amor de la patria tiene en ella cantores apasionados. El culto de los héroes les inspira épodos gloriosos; el espíritu nacional alienta en todos ellos. El señor Jaime Cortesão es el dramaturgo del saudosismo, dramaturgo de aliento épico, histórico a lo d´Annunzio, al mismo tiempo con reminiscencias de los viejos maestros del teatro romántico lusitano (Mendes Leal, Almeida Garrett, Costa Cascaes) así como el señor Leonardo Coimbra –el propulsor de la teoría del creacionismo- es su filósofo y es su novelista el vizconde de Villa-Moura y quiere ser su crítico literario el señor Fernando Pessoa, que, de deducción en deducción, ha llegado a hablar de la aparición del supra-Camoens.

    El saudosimo en política

    En política, para descostrar el pueblo portugués de la capa de extranjerismo que le han echado encima sus gobernantes extranjerizados, habría que emprender varias reformas, según el señor Teixeira de Pascoaes.
    Mas antes de todo, “es preciso que Portugal sea gobernado por hombres representativos de su raza y no por bachilleres desnacionalizados, que apenas tienen en su cerebro vagas teorías jurídico-sociales, importadas del extranjero, bebidas aprisa en la Universidad de Coimbra, ese terrible foco desnacionalizador, por cruel ironía situado en medio del más extraño paisaje quincentista, donde la sombra de Camões y la sombra de Bernardino traspasan el claro de luna” .
    Es preciso, además, que las leyes portuguesas no sean calcos serviles y confusas copias de leyes extranjeras, sino que arraiguen en el carácter portugués y en la época, para que constituyan un todo orgánico, y no una exótica ensalada jurídica. La Iglesia Lusitana necesita una reforma tracendental. “Impónese la fundación de la Iglesia Lusitana, que tiene vivas raíces en la tradición y en el espíritu de la raza”. El señor Teixeira de Pascoaes quiere crear una especie de galicanismo portugués. No es separar la Iglesia del Estado, como ha hecho la República, sino crear una Iglesia nacional, emancipada de la tutela de Roma, lo que intenta el señor Teixeira de Pascoaes . Sostiene para ello la paradójica teoría de que el pueblo portugués es religioso y cristiano, mas no católico.
    Remontándose a tiempos pasados, recuerda el señor Teixeira de Pascoaes que San Pedro de Ratés fundó en Braga una de esas iglesias que tuvo gran influencia en la Península; durante los nueve siglos de los Concilios Ecuménicos, esta Iglesia nunca reconoció la primacía del Obispo de Roma, y constituía una especie de iglesia cismática rusa . En los Concilios de 516 y 572, reunidos en esa iglesia, se acordó adoptar el rito Bracarense o de Braga; tuvo que venir Alfonso Henríquez para someter a la iglesia portuguesa a la Santa Sede en trueque de obtener la protección papal.
    La Inquisición y la Compañía de Jesús oprimieron después la libertad religiosa: “mas de tal manera el espíritu lusitano es original, que pronto, después de la implantación del Liberalismo, las iglesias protestantes comenzaron a aparecer” El señor Teixeira cita, entre otras, la Iglesia de San Pablo, fundada por Manuel Antonio, en Lisboa; la iglesia de Jesús, fundada en 1876 por José Nunes Chaves; el Nuevo Templo de San Juan Evangelista, fundado en abril de 1894; la Iglesia del Buen Pastor, fundada en 1887; el Templo del Redentor, en Oporto; la Iglesia de la Santísima Trinidad, organizada en Cintra en 1876, por João Joaquim da Costa Almeida, párroco en Rio de Mouro, feligresía del Concejo de Cintra; la Iglesia de Setúbal, la de Portalegre, etc.
    Todo esto no demuestra nada, aunque el señor Teixeira de Pascoaes quiera que demuestre “la evidencia de que existe una Iglesia lusitana y de que el espíritu lusitano, naturalista, místico, no fue, ni es, ni podrá ser católico”. Es como si en España quisiéramos mostrar que los esfuerzos de Fliedner, Juan Bautista Cabrera y algunos más, han creado una iglesia aparte o que los disidentes españoles que historió Adolfo de Castro en su Historia de los protestantes españoles y de los cuales fue notorio portaestandarte don Luis de Usoz, el sabio bibliófilo, constituían una mayoría en el pueblo español, y podían aspirar a crear una iglesia nacional. Miguel de Unamuno, en sus primeros ensayos, parecía tener la coquetería intelectual de formar un protestantismo español; mas bien pronto vió cuán baldíos serían sus esfuerzos. El protestantismo no prende bien en los países meridionales, que necesitan las ceremonias brillantes y fastuosas del culto católico .
    No va, pues, con el genio de la raza ese protestantismo o cismatismo que pregona el señor Teixeira de Pascoaes; pero no podemos dejar de mencionar su empeño de crear una iglesia nacional lusitana. “Fueron meros intereses dinásticos y políticos los que sacrificaron al catolicismo romano nuestra independencia religiosa, creadora de iglesias lusitanas autónomas… Es necesaria la fundación definitiva de la iglesia lusitana debiendo ella quedar integrada en el Estado y por él superiormente dirigida, siendo el Estado representado, claro está, por auténticos portugueses de inteligencia y corazón” . El señor Teixeira cree fácil inculcar en el clero rural portugués la idea de esta iglesia independiente , pudiendo tal vez eliminarse al alto clero que fue casi siempre uma nodoa estrangeira na nossa Patria, à semelhança dos politicos.

    Resumen

    En suma, el saudosismo, más que marcar una escuela literaria, señala la orientación espiritual de una juventud. Adormecido Portugal con el cloroformo de muchos años de contitucionalismo calcado sobre el patrón francés, despertó en dos o tres sacudidas parciales como la que produjo el ultimátum de Inglaterra en 11 de enero de 1890 y la sacudida revolucionaria y epiléptica que produjo la tragedia del Terreiro do Paço, en 5 de enero de 1910, que derrocó la monarquía de Braganza e instauró la República en Portugal.
    Basta decir esto para que se comprenda al punto que el señor Teixeira de Pascoaes dista de ser un neoconformista con la República, como parece que correspondería serlo a su actitud de Maurras o Barrès lusitano; antes por el contrario, estima en lo que vale la obra de la República y desea que se consolide y se vivifique. Por ello mismo desea una República portuguesa, netamente portuguesa, sin calco francés, muy nacional. “Con estas palabras (dice al final de la más sintética y precisa de sus conferencias) quise dar apenas una idea de lo que nosotros somos espiritualmente y afirmar que la obra social de la República ha de orientarse por el espíritu lusitano para ser original, duradera y progresiva” . Y en el pequeño preliminar que la antecede, afirma rotundamente inculcando bien la idea: “No hice más que decir en breves palabras lo que es nuestro espíritu, en su vida original y creadora de un alto criterio religioso y filosófico, al que se debe subordinar la obra social y política de la República”.
    El genio portugués está formado a base de espíritu aventurero y de saudade. “El pueblo portugués creó la saudade, porque él es la única síntesis perfecta de la sangre aria y de la semita” . “El pueblo portugués, creando la saudade, que es deseo y dolor, que es Venus y María, que es el espíritu semita y el cuerpo ario, vivió su propio renacimiento”. Mas ante todo, ¿qué es la saudade? preguntará el lector que ve constituído un sistema filosófico-político-religioso-literario a base de ese lindo vocablo portugués, construído quando nós tinhamos verbos, como diría Eça de Queiroz , en la época gloriosa de los navegadores, quando nós tinhamos navegadores.
    La saudade, palabra intraducible a los demás idiomas, desde luego es, según el viejo Duarte Nuñez de Leão, lembrança de alguma cousa con desejo dela. Vieja como la lengua portuguesa no ha sido, sin embargo, interpretada o definida con acierto hassta ahora, en que de ella ha sacado todo el partido filosófico posible el señor Teixeira de Pascoaes.
    El Vizconde de Almeida Garrett intentó definirla y dió una definición muy poética y bella; mas al señor Teixeira de Pascoaes no le satisface y desea dejar plenamente demostrado que él es el único intérprete fiel de la saudade portuguesa.
    El la ha definido en prosa y verso de mil formas distintas, casi imprecisas, buscando ardientemente la interpretación y expresión definitivas. Ha todavia quem fale da velha saudade de Camoens e Garrett, parecendo estabelecer assim uma barreira entre a saudade de aqueles Poetas e a da nova Poesia portuguesa, com o desejo tal vez de imputar a esta um caracter artificial, sem realidade viva na Raça . No hay tal disparidad, afirma el señor Teixeira, y engáñase quien piensa así. Las dos saudades son, en su esencia, la misma saudade. Simplemente en Camoens, en Garrett y en Antonio Nobre aparecía bajo una forma primitiva, inconsciente, difusa, sin definir aún. Cierto que alcanzó tal profundidad, a pesar de ser aún confusa y vaga, que se tornó filosófica y religiosa, entrevista en aquellos versos de Camoens:

    Não é logo a saudade
    das terras donde nasceu
    a carne; – mas é do ceu,
    d´aquela santa cidade
    donde est´alma descendeu.

    El sentir popular ha entrevisto también todo el profundo misterio que late en la saudade entendida al modo que la entiende Teixeira de Pascoaes y la interpretó de modo poético y conmovedor en estas dos coplas, que son dos cuartetas preñadas de hondura filosófica y nebulosidad de ensueño…

    De qualquer modo que existas
    és a mesma divinidade:
    ventura, quando te vejo:
    se non te vejo, saudade.

    Se alguem diz que a vida acaba
    digo-lhe eu que nunca amou.
    Quem vae e deixa saudades,
    nunca a vida abandonou.

    Mas quien ha llegado a la perfecta expresión poética de la saudade ha sido, al parecer y según el propio asenso, el señor Teixeira en sus volúmenes poéticos .
    Comienza definiéndola en la primera edición de Sempre:

    Sombra que não ha sol capaz de a desfazer
    ou astro que não faz, nascendo, a luz do dia,
    Degosto que não muda en dor algum prazer,
    ou prazer que não muda a dor em alegría.
    Eis a saudade… a luz eterna que ilumina
    A mar de nossa magua…

    En la segunda edición de Sempre, aún precisa más:

    A saudade é um sentimento misterioso
    que prende a nossa vida á vida que passou,
    e que faz regresar um sovereiro edoso
    á fecunda semente onde ele se criou…

    En Jesus e Pan expone su tesis místicopagana que funde el cristianismo ario con el culto de la forma:

    María ha de chamar a Venus sua irmã…
    E preciso ligar, fundir na mesma luz,
    a alegria de Flora e a paixão de Jesus.

    La primera estrofa recuerda exactamente (como ya he advertido antes) las estrofas de Villaespesa (que ha leído, por demás, mucha poesía lusitana e itálica –y bien claro se advirtió en el feo trasalado de El Rey Galaor):

    La encarnación cristiana del alma de María
    en el mármol pagano de la Venus de Milo.

    En Vida Etherea insiste sobre la alegoría místicopagana que, según él, resume el alma religiosa de Portugal:

    E Venus n´uma névoa etérea e vaporosa,
    elevou-se na luz da tarde lacrimosa.
    E para o Olympo azul, en lagrimas, subía
    proyectando na terra a sombra de María…

    En As Sombras se expresa así evocando la saudade:

    Tristesa do Infinito e da Distancia!…
    Santa tristeza cósmica de Deus!
    Calma tristesa ideal da Eternidade!
    Tristesa do Indeciso, do Principio!
    Do vago, do Crepuscolo!…

    En Senhora de Noite, ya indeciso, resumiendo las tres modalidades del alma portuguesa y fundiéndolas en una, canta:

    Venus, María, ou antes a Saudade…

    En Marános, concretando más y definiendo su posición como portugués ante el misterio de la saudade, canta así:

    Eu não tinha a Saudade, a sua origem
    remota n´este Ceu misterioso,
    n´esta bela Paisagem trascendente?
    E a sua origem proxima e sensível
    na alma profonda mistica e vidente
    d´este Povo do Mar e da Montana?

    En Regresso ao Paradiso, exclama:

    Es a Virgem ideal a Renascença,
    da Renascença edénica e profunda:
    da Renascença universal do Sér
    que em ti regressa a Forma primitiva…

    En prosa el señor Teixeira de Pascoaes ha encontrado bellas interpretaciones de la saudade, que parece común también a los pueblos de lengua catalana. El señor Ribera y Rovira, en efecto, en su prefacio a un volumen de versos, Atlantiques, traducción de varios trozos poéticos portugueses, dice que “la saudade portuguesa es l´anyorança, l´anyorament català; i el saudosismo ve a ser l´anyorantisme”. Y en su obra sobre Portugal literario, escribe: “La saudade lusitana sols en l´anyorament català té digna i expressiva semblança psíquica. L´anima de la raça portuguesa es la saudade; així com l´anima de la raça catalana es l´anyorament, l´anyorança”.
    Catalanes y portugueses están dándose ahora un abrazo por sobre la aridez de la estepa castellana y conviene que se enteren los gobernantes españoles y que recuerden que entre lusitanos y catalanizantes siempre hubo afinidades psíquicas y lazos de unión hasta el punto de que un escritor catalán, que escribió hace años un libro en portugués sobre el problema de las nacionalidades ibéricas, se expresa así: A historia de Catalunha e a confirmaçao da justiça superior que presidiu a existencia historica do reino de Portugal e, n´este conceito, está revestidapara os portugeses d´um interesse que ennobrece os seus esforços em pro da patria liberdade e lhes dá um caracter importante que sem isso não terian .
    Y reforzando esta vinculación lusitanocatalanista, Teixeira de Pascoaes ha escrito con gran cariño hacia Cataluña, en uno de sus folletos: “En Cataluña, el ilustre escritor Ribera y Rovira encuentra también en la palabra anyorança el sentido más elevado y poético del alma de su pueblo, fortaleciendo así los lazos de sangre que atan a Portugal a aquella admirable raza mediterránea” .
    Teixeira de Pascoaes anhela que la saudade sea el motus primus que encamine a los portugueses hacia una mejor orientación y una afirmación de la personalidad del pueblo lusitano… “El portugués del futuro, el portugués ideal que nosotros soñamos, ha de ser creado en la escuela primaria, cuando el alma de los estudiantes es infantil, espontánea y viva” . “Es preciso, ante todo, que el país se conozca para saber quién es y lo que desea. He ahí el trabajo de la nueva generación, cuya aparición corresponde al renacimiento espiritual de la raza” .
    “El momento actual, la hora del Infante, como lo llamó Jaime Cortesão, está señalado por la revelación del alma portuguesa, del espíritu de la raza, que al fin se tornó consciente, que subió la cuesta de la vida, cantando por boca inspirada de nuestros poetas actuales que crearán en Portugal una nueva y original Poesía: la religiosa poesía portuguesa” .
    En uno de sus folletos elevó el tono ya de manera que se torna lírico y vibrante: “Si Venus nació de las ondas del mar, de las solitarias ondas fragorosas de mi sierra nació la Saudade, que es la Diosa del nuevo amor, donde el beso y la lágrima, la vida y la muerte, la remembranza extática y el deseo, la esperanza activa, se funden, originando así un nuevo sentimiento que abarca el pasado y el futuro, la tierra y el cielo, el sentimiento propio, característico de la raza, que ha de traer a las almas la luz evangélica de una nueva fe” .
    Y no solo tiene un alcance puramente poético, filosófico y religioso este movimiento intelectual, el saudosismo, sino que tiene un alcance político. Ya hemos visto las consecuencias reformistas en el sentido religioso que deduce Teixeira de Pascoaes del principio por él establecido de manera axiomática de que Portugal no es un país católico, sino religioso . En el orden estrictamente político, los saudosistas no tienen nostalgia alguna del regalismo a lo Maurras, ni sienten la saudade del viejo régimen monárquico, ni cantan himnos a la monarquía caída, ni aun por puro dilettatismo defienden el absolutismo, como un Barbey d´Aurevilly, un Balzac o un Villiers de l´Isle Adam en Francia. Son republicanos netos y demócratas de corazón; son hombres totalmente de su tiempo y acomodados al momento histórico de su raza.
    Cantan la raza con un ardor tan insólito que habríamos de ir a recoger ecos semejantes en un D´Annunzio en Italia, en un Barrès en Francia. “Nuestro llamado genio aventurero que hoy se desprecia, así como nuestro temperamento mesiánico, más despreciado aún, son las dos grandes cualidades del pueblo portugués y sólo por su cultivo inteligente, que las revigorice y dirija en un sentido conforme en su esencia y naturaleza, es por lo que Portugal renacerá para una gran vida europea” .
    En otro pasaje expresa el proósito capital del saudosismo, que le hace acreedor al respeto de todos los portugueses y aun de todos los nacidos en tierra ibérica: “Dar a la Patria portuguesa la conciencia de su ser espiritual, y dar más relieve, más nitidez y vida a su presencia entre las otras naciones y prepararla, sobre todo, para el cumplimiento de un alto destino” . Y en el prólogo de su folleto capital exclama en tono vibrante (O Espirito Lusitano ou o Saudosismo): “Se ve que llegó el momento de que Portugal reconquiste su independencia moral, tornando a vivir por el espíritu (y solo por su espíritu) y no por la materia, lo que únicamente es propio de pueblos decadentes”.
    He aquí, en síntesis, los caracteres primordiales y la esencia del saudosismo, esa nueva orientación intelectual que ha creado en Portugal una literatura nueva y quizá infundirá en el país un espíritu nuevo.

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    Cine : Pancho Villa, A Star is born

    Mayor Reisman
    Blog Cine bélico e histórico

    Pancho Villa es el primer icono histórico originado por el séptimo arte. Ahora lo llamaríamos “fenómeno mediático”. El cine no sólo creó su imagen de revolucionario pintoresco, magnífico jinete y arrojado líder. También fue una de las causas de su caída.

    El origen de Villa es oscuro, pero comenzó a hacerse un nombre durante la primera parte de la Revolución Mejicana, en la lucha contra Porfirio Díaz. Dicha revolución había despertado un cierto interés romántico en el público norteamericano y eran muchos los periodistas que viajaron al país vecino para relatar las peripecias de la lucha. Pancho Villa obtenía suministros y armas para sus hombres en territorio estadounidense, por lo que tenía relaciones cordiales con sus vecinos. Como solía decir Napoleón, lo que uno necesita para hacer la guerra es dinero y Villa siempre estaba necesitado de fondos para mantener a sus tropas. Entonces se le ocurrió la idea de «vender exclusivas» a Hollywood.

    Entró en contacto con el famoso director D. W. Griffith y le convenció para coproducir un documental sobre sus andanzas. Griffith mandó a Méjico a un equipo formado por el director Christy Cabanne, y los cámaras Charlie Rosher y Raoul Walsh. Villa los acogió con la mejor de sus sonrisas, les procuró las mejores comodidades posibles y les permitió rodar una incursión contra un pequeño contingente federal que fue fácilmente derrotado. En 1912 llegó a las pantallas norteamericanas Life of Villa y fue un auténtico éxito de público. Había sido estrenada unos meses después de que Porfirio Díaz fuera derrocado y Francisco Madero investido presidente. Para muchos estudiosos del cine, es el primer ejemplo de documental bélico realizado por motivos de propaganda. Desgraciadamente no se conserva ninguna copia intacta de la misma, tan sólo algunos fotogramas.

    El estreno de dicha película le vino a Villa como anillo al dedo. En 1912 se había visto obligado a exiliarse a los Estados Unidos cuando cayó en desgracia ante Victoriano Huerta, comandante en jefe del ejército mejicano. Con dicha película Villa obtuvo dos beneficios: fama mundial y fondos monetarios. En 1913, Huerta conspiró con el embajador de Estados Unidos para dar un golpe de estado que derrocó al Presidente Madero. El gobierno de Huerta fue reconocido por numerosos países, entre ellos Alemania. Pero sorprendentemente el presidente norteamericano Woodrow Wilson destituyó al embajador estadounidense y no reconoció el gobierno de Huerta. Comenzaba la segunda parte de la Revolución Mejicana.

    Dicha segunda parte fue un juego más complejo de lo que parece a simple vista. Aparentemente se limitó a una nueva guerra civil mejicana salpimentada con una intervención norteamericana. Pero acabó con la entrada de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. Es en esta etapa del conflicto cuando aparecen personajes como el periodista John Reed y el escritor Ambrose Bierce. Ambos tienen su propio biopic: Rojos en el que Reed es interpretado por Warren Beaty y Gringo Viejo en el que Gregory Peck da vida a Bierce.

    Las fuerzas que se opusieron a Huerta fueron conocidas como constitucionalistas y estaban lideradas por Venustiano Carranza. Pancho Villa se unió inmediatamente a ellos. Gracias al dinero obtenido por la primera película pudo comenzar a organizar su famosa División del Norte, un ejército personal de 50.000 hombres que hizo excelentes usos del ferrocarril y del caballo para maniobrar rápidamente.

    Pero Villa sabía que iba a necesitar más dinero y como la colaboración con Griffith había sido una experiencia fructífera para ambos, se formalizó en un contrato con la Mutual Film Corporation del que se conserva copia. En dicho contrato se estipulaba que el equipo de filmación tendría su propio vagón de tren, que se filmarían los combates a la luz del día, que estos serían representados de nuevo si lo requería el equipo y que Villa recibiría 25.000 dólares y un 50% de los beneficios. Cabanne, Rosher y Walsh volvieron a Méjico y realizaron la biografía The life of General Villa, que se estrenó en 1914. Tampoco se conserva ninguna copia intacta, aunque sí algunos rollos de película:

    En dicha producción, Raoul Walsh dio vida al joven Pancho Villa. El momento culminante de la historia es la Batalla de Ojinaga en la que Villa derrotó a las fuerzas que apoyaban a Huerta. La producción estuvo salpicada de anécdotas. La hora y el lugar del ataque no se escogieron por motivos tácticos, sino cinematográficos. Como podemos ver, la idea de la guerra como espectáculo no es algo tan novedoso como parece. Villa debía lanzar a su caballería contra una determinada posición que podía ser filmada de forma adecuada. Pero la anécdota más curiosa es la que le ocurrió al cámara Charles Rosher. Durante la batalla fue hecho prisionero por las tropas federales y cuando creía que iba a ser fusilado por espía, un oficial se acercó a él y le realizó el saludo masónico. En la línea de la historia de El hombre que pudo reinar, el oficial mejicano había reconocido una insignia masónica que llevaba Rosher en la solapa y le rescató. Posteriormente Rosher fue liberado como parte de un trato con los norteamericanos. Hace unos años la cadena HBO realizó el telefilm And Starring Pancho Villa as Himself que relataba la peripecias sucedidas durante esos rodajes y en el que Antonio Banderas da vida al famoso revolucionario.

    En dicha batalla, las fuerzas de Villa tomaron un gran número de prisioneros, soldados y civiles. Villa insistió en que fueran fusilados sumariamente y se filmaran las ejecuciones. Algunas de ellas incluían a las mujeres que acompañaban a las tropas federales. El equipo de filmación intentó negarse, pero fueron “persuadidos”. Cuando el estudio vio las imágenes, decidió censurarlas porque temieron que si el público estadounidense veía tales atrocidades, el personaje de Pancho Villa dejaría de ser el “simpático y pintoresco revolucionario mejicano”.

    Pero la victoria de los constitucionalistas no trajo la paz. Las disensiones entre Villa y Carranza fueron creciendo y estalló otra guerra entre ellos. En el invierno de 1914 Villa y Zapata entraron en la ciudad de México, pero el nivel de saqueos y violaciones causadas por sus tropas fue tal que en enero de 1915 se vieron forzados a abandonarla. En abril de ese mismo año la «División del Norte» de Villa se enfrentó a las fuerzas leales a Carranza en la decisiva Batalla de Celaya. Su contrincante era el general Alvaro Obregón, un personaje con un carácter totalmente opuesto al de Villa. Obregón escuchó los consejos de su asesor personal Maximillian Kloss, militar alemán que le transmitió sus experiencias en los frentes de batalla europeos, entre ellos la mortífera combinación de alambre de espino y ametralladoras. Villa también tenía asesores militares alemanes pero nunca les hizo caso. Además menospreciaba a Obregón (se refería a él como «Don Perfume») y su plan se reducía a hacer lo de siempre: lanzar un ataque en masa con todos sus hombres a caballo. En Celaya se enfrentaron un estilo de lucha del siglo XIX contra uno del siglo XX.

    La batalla se desarrolló en dos partes. En la primera unos 8.000 jinetes al mando de Villa atacaron las posiciones de Obregón cuyo contingente era de unos 10.000. Villa perdió 3.000 hombres y Obregón 600. Fue entonces cuando Pancho Villa cometió el error de su vida, creyó ser el personaje que protagonizaba las películas de Hollywood. Si en el cine él siempre salía victorioso, esta ocasión no iba a ser una excepción; lo que había pasado no era más que un ligero contratiempo para el héroe. Villa envió cartas a los periódicos mejicanos y estadounidenses y a diversos embajadores diciendo que en tres días volvería y que no dejaría de Celaya piedra sobre piedra. Obregón sólo tuvo que reforzar sus defensas y esperar. El 12 de abril de 1915, Villa dirigió a sus 30.000 hombres al desastre. Después de tres días de lucha, la «División del Norte» había dejado de existir. Carranza se hizo con la presidencia. Tres años después el general Obregón dio un golpe de estado que le llevó al poder.

    Derrotado, Villa intentó reorganizar sus fuerzas pero sin éxito. Mientras, los Estados Unidos reconocieron el gobierno de Carranza y cesaron el envío de armas a Villa. Despechado, comenzó a realizar incursiones en territorio estadounidense. Tras adquirir de contrabando una partida defectuosa de balas, en marzo de 1916, condujo a una partida de 500 hombres para atacar la ciudad de Columbus en Nuevo Méjico. A lo largo de su breve historia los Estados Unidos han sufrido una invasión de su territorio en dos ocasiones. La primera vez por parte del ejército británico durante la Guerra de 1812. Esta fue la segunda vez. El objetivo eran las mulas y caballos custodiados por un destacamento del 13º regimiento de caballería de los Estados Unidos. Las fuerzas de Villa consiguieron unos 100 animales y perdieron 80 hombres. Los norteamericanos a 18 soldados.

    Pancho Villa dejó de ser un héroe revolucionario para los estadounidenses y se convirtió en un bandido. La prensa afirmaba que era aconsejado por militares alemanes, aunque como hemos visto nunca les hizo caso. Las imágenes de las ejecuciones de prisioneros salieron a la luz. Como era de esperar los norteamericanos no iban a dejar que las cosas quedaran así y enviaron a una fuerza expedicionaria al mando del General Pershing a perseguir a Villa. No consiguieron su objetivo, pero tampoco Villa pudo recuperar lo perdido. En 1920 aceptó un perdón del gobieno, dejó su vida de bandolero y se retiró a una hacienda. Tres años después moría asesinado.

    Sin embargo, el personaje de “simpático y pintoresco revolucionario mejicano” se negó a morir. En el año 1934 se estrenó la película Viva Villa! dirigida por Jack Conway. El actor Wallace Berry (famoso por su papel de Long John Silver en “La Isla del Tesoro”) resucitó a ese personaje que todavía vivía en el imaginario colectivo y que volvió a cabalgar en las pantallas de todo el mundo.

    Un icono que aún pervive.

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